Otra vez lo mismo: Sudamérica es obligada a cimbrar cuando las trasnacionales y sus alquilados disputan el negocio de la materia prima. Aunque los hechos se desarrollan en calles e instituciones, las causas de las convulsiones tienen que ver con la apropiación de los recursos naturales, la ralentización de la circulación monetaria y el insuficiente goteo de las sobras, para mantener a los sectores populares políticamente inactivos.
La actual crisis del Perú nos ofrece un caso patético, concomitante a la historia latinoamericana: dirigentes de múltiples partidillos se enfrentan impulsados por grupos vinculados a intereses mineros y juegos de mercado. El país depende en un 61% de la minería, produce cobre, oro, zinc, plata y petróleo (OEC). Algunas de las empresas configuran alianzas privadas entre México y Perú. Las exportaciones se dirigen sobre todo a China y a EE.UU.
Según el BID, entre 2002 y 2013 Perú incrementó su producción a un ritmo del 6% anual, al mismo tiempo que disminuyó la pobreza. Aunque su balanza comercial ha sido favorable, ha experimentado un agresivo endeudamiento externo. Desde 2014 y hasta el 2019 el PIB bajó al 3% y se produjo en términos comparativos, la mayor pérdida de empleo, en el contexto latinoamericano.
Ya se sabe, la curva del crecimiento nunca es sostenida e infinita y por lo tanto el goteo a los “pobres” suele detenerse, creando condiciones explosivas, que en el caso del Perú van acompañadas con una guerra “intra burguesa”, reflejo de las tensiones de multinacionales mineras, encajonadas en la guerra económica entre las principales potencias del mundo.
La tensión entre grupos de poder levanta polvo y sólo se detienen cuando aparece en la escena la amenaza de la insurrección popular descontrolada. En ese contexto, los grupos poderosos, divididos circunstancialmente por el mal reparto, llegan generalmente a establecer acuerdos inestables e intentan conducir parte de las fuerzas sociales, alteradas por falta de dinero y amenazados por las deudas.
Es factible que en pocos días más el Perú proyecte la ilusión de retorno al orden político, una vez que los mandamás dispongan y castiguen a los partidillos, pero el problema de la insurrección por hambre y deuda, será difícil de calmar aquí, allá o acullá. Por eso algunos ilusos del mundo, tratan de bajar del cielo un meteorito de oro, brillante, brillante.