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El Telégrafo
Xavier Villacís

Crisis del periodismo en Los Ríos

29 de mayo de 2020

La semana pasada abordé las relaciones laborales de los principales del Colegio de Periodistas de Los Ríos, procurando evidenciar las limitaciones en el ejercicio o representación del periodismo, al volverse, quien se dice periodista, funcionario remunerado del poder político. Algo que se contrapone a la libertad que hoy tanto se necesita en este noble oficio, frente a tanto dolor y de mayores asaltos a las arcas públicas. Los aludidos solo alcanzaron a manifestar su contrariedad, sin desvirtuar mis afirmaciones. La verdad es el mejor de mis argumentos.

También atendí la astucia de ciertos políticos de atraer a sus dominios a los medios de comunicación, empleando a sus dueños y representantes. Recordemos que las radios, televisoras o medios impresos privados, son al final de cuentas un negocio. En ese negocio, por lo general, el dueño del medio procura sacarle la mayor rentabilidad a su inversión y suele ver al poder político como su mejor cliente. En provincias, esta relación es más grotesca que en ciudades grandes. En medio de todo esto quedamos los periodistas, maniatados y limitados.

Los consumidores de medios tradicionales incluso suelen irse contra el periodista, cuando se percatan que no se mira hacia donde verdaderamente se necesita mirar. Estos consumidores poco observan el verdadero problema: los intereses corporativos o políticos del medio o las relaciones “incestuosas” de sus dueños con el poder político. Creo que todos quienes ejercemos el periodismo por un buen tiempo, hemos padecido o enfrentado este problema.

Volviendo a la representación del periodismo y periodistas en mi provincia. Afecta tanto la desnaturalización de quienes lo presiden, que hasta el momento no existe una defensa pública ante el despido de periodistas de medios de comunicación en mi provincia. Tampoco líneas en favor de la comunidad afectada por malos manejos de los fondos públicos de alcaldes y prefectos. Ese es el problema cuando se sirve a Dios y al diablo en medio de la mayor mortandad, hambre y crisis financiera de nuestra historia. Ser o no ser, esa es la cuestión. (O)

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