Si he sufrido la sed, el hambre, todo / lo que era mío y resultó ser nada, / si he segado las sombras en silencio, / me queda la palabra, nos dice Blas de Otero. Esto a propósito de Semana Santa porque el Cristo, como se sabe, era un maestro oral. Alguna ocasión escribió en la arena, pero se perdió. Curiosamente, como Pitágoras -quien descreía de la escritura-, la oralidad moldea aún algunos pueblos.
Pero la oralidad en sí no es perversa. En las pequeñas comarcas se encuentran los ancianos quienes son como una biblioteca abierta, con mitologías y profundas enseñanzas, aunque esos saberes están a punto de desaparecer. No hay que olvidar, tampoco, cómo la palabra es un arma del poder. Hay una interesante anécdota del primer gramático, Antonio de Nebrija, nacido en 1441.
Nebrija dedicó la Gramática Castellana a la reina Isabel I de Castilla, Isabel la Católica. Cuando se le presentó el libro se dice que la reina le preguntó: ¿Por que querría yo un trabajo como este, si ya conozco la lengua? A lo que este hombre letrado respondió: Su alteza, la lengua es el instrumento del Imperio. Basta leer el libro “La ciudad letrada”, de Ángel Rama, para entender cómo las palabras también sirvieron para sojuzgar, como por ejemplo el enfrentamiento de los jurisconsultos, apegados a las leyes, frente a las demandas de tierras de los indígenas. Algo de eso se mira en ese portento de película que es “La Ley de Herodes”, del mexicano Luis Estrada, donde el cura tiene en una libreta todos los pecados cometidos por los vecinos de San Pedro de los Saguaros en espera del momento para extorsionarlos.
Esto de las palabras es, como digo, a propósito de Semana Santa y las siete palabras que pronunció Jesús antes de morir, desde la primera “Padre, Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, como se lee en Lucas, aquel médico griego que creía en la luz antes de su conversión. Por suerte, en este año, no se ha promocionado el filme “La Pasión”, de Mel Gibson. Ya lo dice Umberto Eco: “Es un ‘splatter’, una película que pretende ganar mucho dinero ofreciendo a los espectadores tanta sangre y tanta violencia que a su lado ‘Pulp Fiction’ parece un dibujo animado para niños de parvulario”.
Creo que de las palabras pronunciadas por el Crucificado la más emotiva es: “Padre, Padre, ¿por qué me has abandonado?”, porque revela al humano con temor a ser Dios, como en el Huerto de los Olivos. En los templos de la Teología de la Liberación el Cristo está resucitado, en las iglesias coloniales sigue sangrando. Cría palabras y te sacarán los ojos, nos dice nuestro poeta Euler Granda.