¿Cómo hacen política los ciudadanos en una sociedad? En algunos casos las estructuras de asociación voluntarias son canales vitales: permiten un espacio social estable, identificado con intereses y posiciones.
En otros casos, la participación depende de actos demostrativos –muchas veces fruto de estrategias de conflictividad– que varían de acuerdo al contexto temporal y de clase. Grandes cambios institucionales son el resultado de alguna combinación de ambos; sin embargo, prima la historicidad de cada país al momento de identificar virajes en las estructuras sociopolíticas.
Al ver el caso de la decisión de la Corte Constitucional respecto al matrimonio igualitario, podríamos entenderlo como una consecuencia de la composición y predisposición de los miembros del cuerpo colegiado. Sin embargo, una mirada más profunda ayudaría a interpretarla como efecto de un activismo sostenido en varios años de historia.
Ciudadanos –independientemente de su beneficio directo de esta sensatez– se movilizaron crecientemente a favor de un trato equitativo ante la ley. Esa efervescencia se solidificó en espacios académicos, intelectuales y políticos para adentrarse en el espacio de los medios de comunicación, madurando y hasta corrigiendo contraposiciones en el debate. Gracias a ese activismo el país tiene hoy un marco normativo más tolerante; lo cual, sospecho, no es síntoma de cambio estructural.
Esto se vuelve evidente al ver el resto del país: economía desalentada, opacidad en decisiones, debilitamiento de lo público, soberanía exigua, entre tantos otros. Este magro panorama se contrapone con la chispa de luz del matrimonio igualitario y se debe a que los mecanismos de participación y reacción social están debilitados y desorientados.
Queda entonces un camino largo de mayor y mejor activismo: uno transversal que recuerde que la meta en realidad es la inclusión económica y política de sus miembros y, sobre todo, uno que aprenda la lección de no contar con canales de movilización sólidos y autónomos. (O)