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El Telégrafo

Cover action

17 de abril de 2011

Acción encubierta, así se traduce el título. Y son las operaciones ocultas de las agencias de inteligencia  de EE.UU. en nuestro país, para verificar el mantra: “No hay amigos, sino intereses”. No es asunto de moral de los gringos, de ninguna manera, sí cierta miseria en la estima ecuatoriana y subvaloración de nuestras potencialidades. En la embajada estadounidense está el cuerpo diplomático, casi siempre muy profesional y predispuesto a encontrar amigos allá donde los funcionarios ministeriales llegan. Un nombre: ‘Diplomacia popular’. Las últimas embajadoras han acumulado millas y simpatías recorriendo el territorio nacional. Paralelo a este oficio descubierto y cordial se ejecuta otro exigente y furtivo. Secreto. Muy discreto para la plusvalía de las influencias y para conquistar mentes y corazones a favor de sus políticas, por perjudiciales que sean para el Ecuador. Las acciones encubiertas se resumen con la filosofía del ajedrez: no triunfa quien juega bien, sino que es derrotado quien juega mal.

El escenario político de estos días se parece, no exactamente por supuesto, al descrito por Philip Agee, en su Diario de la CIA, en 1961. El Jim Noland de estos años se llama Mark Sullivan. Ambos jefes de estación de la CIA, recorriendo en sombras la ruta amigable de la diplomacia, dedicados a mejorar el listado de los scouts en las diferentes instituciones, ejerciendo por boca ajena “el divide y vencerás”, en fin, ganándose la paga agitando la pampa. En los años 60 del siglo pasado, los operativos de inteligencia fueron contra el cuarto velasquismo y sus veleidades nacionalistas, para fomentar las discordias irreversibles en la izquierda, crear tal olla de grillos de críticas, reclamos y quejas que nadie entendía nada y asegurar contactos privilegiados en las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

A Mark Sullivan se lo expulsó el 18 de mayo de 2009; por estos días fue noticia de una cover action fugaz en Cuba, pero sus recolectores de información en el país es posible que estén muy operativos. Serán “las horas de los hornos, porque solo se verá la luz”, escribía José Martí unos días antes de entrar en combate, y se verá la fortaleza de la Revolución Ciudadana. Primero por el resultado de la consulta popular, con enemigos y adversarios tan dispares y porque “hace falta mucha gente para hacer una revolución y mucha gente para sostenerla”. Dicho del abuelo Mumia Abu Jamal, aquel ex pantera negra encarcelado hace 30 años.

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