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El Telégrafo

Cortocircuito

20 de diciembre de 2011

No recibir llamadas ni de banqueros ni de dueños de medios, fue de las primeras y principales decisiones del presidente Correa. Este, dijo, no será un gobierno al servicio de esas élites. Con ello el Presidente estaba produciendo un corte importante entre el poder económico y la política.

Pero ese corte nunca fue asimilado por esos sectores, otrora propietarios de una línea de comunicación directa con Carondelet. Esa gente estuvo siempre acostumbrada a ordenar, incluso a los presidentes. Cuántas leyes o disposiciones dieron marcha atrás después de una de esas históricas llamadas. Era la historia del oprobio porque el poder Ejecutivo estaba vinculado, desembozadamente, a acotados intereses
del capital.

Desde ahí -y ya llevamos cerca de cinco años- los medios, y algunos banqueros, le declararon la guerra a este gobierno. Por eso no se cansan de su campaña de desprestigio, la que intentan, porque en la práctica esos medios han venido perdiendo audiencias. Ellos son los que han perdido credibilidad.
Parece que esto último, que debería ser el motor principal de su actividad, no les importa, al final van encontrando, con otros productos que ni siquiera tienen que ver con el negocio de la información, los resultados económicos, la ganancia, que es lo que de verdad les interesa.

Jugaron a tensar la cuerda, y ahora que parece romperse han perdido hasta el recato. Todos los días asistimos a titulares que, en el fondo, son especulación, lecturas sesgadas, repletas de mala fe.
Todos los días y frente a cualquier tema: el tren, el año afro, la lucha contra la corrupción, la reforma educativa, la inversión en salud, la matriz energética, la administración de justicia. Todo es mezclado con desorden  y nada sirve, desde cualquier nadería hasta temas sustantivos, todo es tratado con enorme superficialidad y mucha mala fe.
Después dicen que Correa los ha desprestigiado, que ese es el gran daño infligido. Como si desprestigiar fuera una disposición administrativa, como si bastase la voluntad de una de las partes.

La decisión desde temprano fue caerle con todo a este gobierno, no contaron con el respaldo popular que no se ha agotado, no contaron con la voluntad de contestar que ha animado sin cuartel al Presidente.
Escrutar, criticar al poder es importante, indispensable, pero lo que se ha hecho es injuriar y mentir. Esas voces como enfermas, o enfermas de verdad, no estuvieron al servicio de una idea, de un colectivo, un sector; se agotaron en un deformado mundo de intereses mezquinos.

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