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El Telégrafo
Xavier Villacís

Los buitres de la pandemia

15 de mayo de 2020

Cada vez están quedando más evidenciadas, sin tapujos ni medias tintas, las vergonzosas intimidades de un sistema que nos ha esclavizado por décadas: la corrupción. Sus costosos trapos y pronunciado maquillaje ya no pueden ocultar sus miserias. Las muertes, hambre y dolor, producto del covid-19, rasgaron sus velos de mentiras y se nos presenta tal cual es.

La pandemia colocó a cada político o funcionario en su lugar, mostrándolos en su real dimensión. A ciertos alcaldes y prefectos -como Cynthia Viteri y Carlos Luis Morales, por ejemplo- los puso muy por debajo de Jorge Yunda, más autóctono de los barrios del sur de Quito que ningún otro y quien, desde el inicio de la emergencia, se puso a trabajar en favor de la salud de nuestra capital nacional y con entregas de kits de alimentos.

Qué decir de Yaku Pérez, prefecto del Azuay, donando alimentos que produce nuestro páramo, tanto para sus comunidades, como para al resto del país a través del trueque. Su humildad y solidaridad para con todos, contrasta con la del prefecto de Los Ríos Jonny Terán, quién prefiere destinar cientos de miles de dólares en una cancha sintética o un vehículo de lujo y no comprar, con esos recursos, alimentos y medicinas con los dineros de la provincia. Ayudas insuficientes en esta crisis humanitaria.

Pero nuestro drama no solo se reflejó ahí. El covid-19 desnudó la vil complicidad del poder y su inmisericorde “espíritu de cuerpo”. Nos pintó a la corrupción de buitre carroñero que contempla como la vida se nos va, ansioso y despiadado; para en la ausencia de ella, saltar sobre nuestros cadáveres. Donde más buitres hemos visto es sobre las compras públicas de los hospitales.

Sin pena por el padecimiento de los ecuatorianos en la red pública de salud, también nos roban. Nos matan con sus sobreprecios, cuando sus nefastas ambiciones ganan la puja, sin importarles la vida del pueblo. Asambleístas haciendo de los hospitales del IESS su botín, merecen el repudio de todos e ir a la cárcel; de igual forma que lo merecen los funcionarios que compran alimentos con sobreprecios. Todos unos buitres que se enriquecen a costa de los más pobres. (O)

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