¡Qué bueno Presidente! Con su postura firme, valiente, digna, indeclinable, Rafael Correa nos hizo sentir a los ecuatorianos orgullosos de nuestro máximo representante. Lo suyo fue ejemplar. Justo lo que necesitaba la población de América y, de paso, también los habitantes del resto del mundo.
La decisión de castigar severamente a Cuba, impuesta unilateralmente por Estados Unidos mediante un ignominioso y severo bloqueo económico que parecía sin término y que se podría calificar como una medida genocida que llevó a la isla caribeña a condiciones especialmente adversas durante cinco décadas de limitaciones inenarrables, fue acatada sin protestas casi por el mundo entero.
Y aunque la unidad latinoamericana ya desde 2008 integró a Cuba al Grupo de Río, rompiendo por lo menos en nuestra región el cerco criminal impuesto en su contra, nadie, por poderoso que hubiera sido, no supo jamás poner punto final a este crimen de lesa humanidad, convirtiéndonos al resto del mundo durante largos años, en cómplices silenciosos y sumisos, casi postrados de rodillas frente al mandón que junto a sus corifeos se ha venido creyendo dueño del orbe, con derecho a aniquilar a las naciones que intentan proceder con dignidad, defendiendo su soberanía, o que son poseedoras de aquellas riquezas especialmente codiciadas.
Mientras en la colombiana Cartagena de Indias se inauguraba la VI Cumbre de las Américas, en la Plaza de la Revolución de Managua, el presidente Daniel Ortega se dirigía a los presentes en multitudinario acto de solidaridad con Cuba, explicando su ausencia del encuentro interamericano al señalar que, poco tiempo atrás, a la más reciente reunión de la ALBA había llegado el presidente Correa llevando la propuesta de no asistir a la Cumbre en Colombia, a causa de la marginación de la isla al cónclave, pues no se podía aceptar que se siguiera negando a la patria de Martí su derecho a asistir a una reunión de países del continente.
Hasta que por fin un hijo de América y muy orgullosamente de este pequeño pero rico, noble y valiente Ecuador, dejó escuchar su voz de firme protesta ante el abuso, poniendo con valor el cascabel definitivo a un felino de talla mayor.
¡Aplausos para nuestro Rafael Correa! Aplausos para este auténtico líder que cada vez nos emociona con sus aciertos a quienes tenemos conciencia social y solidaridad universal.
En la histórica VI Cumbre de las Américas reunida en la colombiana Cartagena de Indias, los gobernantes que asistieron escucharon sorprendidos los argumentos recién estrenados de Santos, el anfitrión, en su discurso de inauguración del cónclave al que no llegaron los presidentes de Ecuador, Nicaragua, Cuba y Venezuela. El primer magistrado del país vecino se mostró solidario con la nación caribeña y afirmó que en lo futuro sería inadmisible una nueva cumbre de América, sin haberse invitado a Cuba.
Esta es, sin duda, parte de las consecuencias del pronunciamiento y la ausencia de Correa al mencionado encuentro, en el que se escuchó a la mayoría de los presidentes asistentes sumarse al pronunciamiento de nuestro primer magistrado, con la salvedad de tan solo dos de ellos, Estados Unidos y Canadá.
Sabemos que solo la unidad latinoamericana hará posible el logro de la imposición de la justicia en nuestra región. El primer paso ya está dado. Vendrá luego la defensa de las Malvinas, islas siempre argentinas, de la independencia de Puerto Rico y el final de Guantánamo como sórdido lugar de castigo y muerte para seres humanos, sin fórmula d