Ante la tragedia del coronavirus. Ante la preocupación y la zozobra que nos ha traído. Ante la amenaza que este significa. Ante las personas afectadas, enfermas y ante los muertos que ha causado. Ante todo esto y más está la fragilidad humana. La fragilidad de la vida, nuestra tendencia a enfermarnos, al sufrimiento y el dolor presentes en nuestras existencias. Nuestro hermoso y habitual valle de lágrimas. En el cual se cumple el proceso de vivir.
La vida corre a través de los campos y montañas. Los ríos suenan los miles de nombres de quienes lo han cruzado y conquistado. La plantación de café canta el amor de los seres nacidos para amarse y en medio del amor reproducirse y soñar con la vida buena y plena. Los rayos del sol me alumbran a la cara y me atraviesan trayendo la marca del tiempo y la esperanza. Las rocas se han abierto camino y me llevan a donde tenga que ir para revelar mi exigencia de respuestas ante la razón de vivir.
¿Cuál es el sentido de los virus, bacterias, gérmenes? ¿Para qué la enfermedad? Se enferma la rosa, el río, la cueva de sal y se enferma la miel de las abejas cosechada en el árbol de las ilusiones. La vida de pronto se vuelve paranoica. Llena de miedo y terrores. El horror de la situación. ¿Es Dios? ¿O nuestra triste suerte? Son acaso los pecados no confesados, no cantados ante los jueces del tiempo y la maldición.
Me lavo las manos. Tomo agua para mantener mi boca húmeda. No estornudo ante los demás. Uso gel con alcohol en las manos para protegerme. No huyo de la gente. Soy igual que todos. Junto a los demás sufro las mismas enfermedades y tal como cualquiera el virus me puede enfermar. Soy vulnerable. Soy frágil, por eso mismo soy fuerte.
La fuerza del coronavirus y la fuerza humana para derrotar sus miedos y males. El espíritu humano capaz de hacer de lo imposible lo posible. Nos levantamos del terremoto, nos estamos levantando de la dictadura correísta que robó, saqueó. Un alcaldillo y su perversa decisión de poner en peligro a la gente que se bañaba en la playa; todo es peligro. Estos tiempos cuánticos son así: resiliencia. Hora de ayudarnos. Es hora de que nuestra debilidad sea nuestra fuerza. (O)