Hoy 29 de abril, han transcurrido ocho semanas desde que arribó el coronavirus y comenzó a infectar. Y desde ese momento las redes como WhatsApp, Instagram, Facebook, Twitter no han parado de compartir memes cómicos o chistes a propósito de la pandemia. Las cifras de contagiados y muertos parecería, a primera vista, no nos dan muchos motivos para reírnos.
Hay algunos chistes que no necesariamente se burlan del coronavirus, sino que tratan de desviar o bajar la angustia. Uno que me llamó mucho la atención fue el de Pepito. Muere infectada de coronavirus la suegra de Pepito. En el sepelio, preguntan a Pepito, si prefiere que entierren a su suegra o que la incineren. Pepito se queda pensando un largo rato y finalmente les dice: ¿Serán posibles las dos cosas al mismo tiempo? Nadie pensaría que al contar esta broma se está burlando de su propia suegra.
También encontramos memes que hacen bromas acerca del excesivo consumo de papel higiénico; chistes sexistas por los roles asumidos por los varones en la cocina, o simulacros de estadía en la playa o en la nieve...
Los memes más difundidos son aquellos de los seis enterradores africanos bailando. En la vida real, se trata de una empresa privada de servicios exequiales en Ghana. Los bailarines se encargan de llevar el féretro sobre sus cuerpos danzantes. Algo inaceptable para Occidente. Contrasta con aquella práctica antigua quiteña de contratar a las famosas lloronas. Pues bien, estos seis danzantes han sido adaptados a diferentes escenas trágicas de la pandemia para arrancarnos una sonrisa.
El humor nos permite reconocernos a nosotros mismos con todas nuestras debilidades. Reírnos de nuestra propia indigencia nos concede ubicar nuestra propia contingencia. Nunca antes hemos vivido ni como individuos ni como pueblos, una experiencia tan importante de vernos como seres expuestos a la muerte. El humor nos habilita a tomar la distancia para reírnos de nuestra propia naturaleza.
Y no nos reímos solos, nos reímos buscando la complicidad del grupo. Nos hace sentir acompañados, que nos pertenecemos a una comunidad. En el fondo, buscamos ser aceptados.
El humor nos recompensa bajando las tensiones, los miedos, la angustia o la ansiedad. (O)
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