¿Qué hay más importante en la comunidad que la misión de procrear y formar -física y espiritualmente- a aquellos seres que más adelante conformarán la población adulta de esa nación, la que tomará las más serias decisiones de gobierno, esa misma que moverá la economía de su país y señalará el camino a seguir en los asuntos relacionados con la cuestión social? Dios y la naturaleza eligieron a la mujer para entregarle esa trascendental tarea. Y sin duda tuvieron razón para hacerlo. Pero, ¿cómo se concibe a la madre ejemplar?, ¿cómo debe ser la mujer-madre modelo?
Para encontrar una respuesta, tenemos que desentrañar el interior de las familias tomando en cuenta los diferentes estratos, así como los valores, tradiciones, criterios y costumbres de sus comunidades. Esto ubicándonos siempre en el tiempo y en el espacio en referencia.
Destacamos entonces a Cornelia Africana, una de las damas romanas más queridas y admiradas de su tiempo (189 a.C.–110 a.C.), hija de Publio Cornelio Escipión el Africano, uno de los más grandes héroes militares de Roma que intervino en importantes batallas en África, dirigiendo los ejércitos de su patria y venciendo frente a ellos a importantes generales, como Aníbal. A la muerte de su padre, Cornelia fue desposada antes de cumplir los 18 años con Tiberio Sempronio Graco, miembro de una de las familias más antiguas de la nobleza romana, quien durante largos años se desempeñó como censor y cónsul, siendo por lo tanto un reconocido político de la República. Pese a la diferencia de 20 años con su esposo, sin embargo Cornelia tuvo junto a él una vida feliz, durante la cual nacieron sus 12 hijos. Nueve de ellos murieron después del fallecimiento de su padre (153 a.C.).
Solo tres de sus hijos sobrevivieron: Tiberio, Cayo y Sempronia, a quienes se dedicó por entero constituyéndose en un pilar de su formación; además, tuvieron como sus profesores a connotados filósofos y pedagogos de la época.
Nada le importaba tanto a Cornelia como el bienestar y la buena formación de sus hijos. Por esto no aceptó la propuesta matrimonial que le hizo el rey Tolomeo VIII de Egipto. Fue la defensora apasionada de la carrera política de sus dos hijos, quienes decidieron defender a los sectores desposeídos de Roma, desde sus curules como tribunos de la plebe. Fue Tiberio Graco quien presentó un proyecto de ley que promovía la reforma agraria. Ella distribuiría la tierra de la República, de manera equitativa entre los desposeídos de los sectores rurales que se encontraban en situación de miseria y cuasi esclavitud.
Pero esto le costó la vida al político romano, quien fue asesinado (133 a.C.) por una turba dirigida por senadores que eran sus acérrimos opositores. Luego de esta tragedia, su hermano Cayo Sempronio Graco, quien desde su función de tribuno de la plebe defendía los proyectos de su fallecido hermano Tiberio, fue también objeto de persecución a muerte por sus opositores políticos.
Durante una emboscada, y a punto de ser linchado por una turba azuzada por un grupo de senadores, Cayo le suplicó a su esclavo que lo matara, a lo que él accedió para suicidarse de inmediato (121 a.C.).
En fecha posterior a estos sangrientos acontecimientos, el Senado le prohibió a Cornelia vestir luto por la muerte de sus descendientes. Y como anécdota se sabe que en tiempos difíciles, cuando ellos eran todavía unos niños huérfanos, se refirió diciendo que sus tres hijos eran sus mejores joyas, en respuesta a una observación que le hizo en su casa una de sus amigas, tratando de hacerle ver que se vestía de una manera demasiado modesta para su rango y que se veía despojada de joyas, las que sí lucía en otros tiempos.