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El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

COP21 en París

29 de noviembre de 2015

La Convención de la ONU sobre el Cambio Climático reunirá en París, desde mañana hasta el 11 de diciembre, a 195 miembros o partes que asumen la responsabilidad de llegar a un acuerdo universal vinculante para reducir las emisiones de gases con efecto invernadero.

Infortunadamente, en el pre-COP reunido en Ginebra a principios de noviembre, donde se elaboró un texto borrador para someter a la Convención, según testigo presencial, primó el empeño de encontrar la estrategia para facilitar las negociaciones. Si esto ocurre, no habrá acuerdo por consenso; se politizarán los debates y se seguirá retrasando una toma de decisiones ya impostergable, facilitada por el cortoplacismo que no deja ver más allá de la nariz.

En París se debería partir de una discusión frontal, sin eufemismos ni minimizaciones, sobre la realidad del calentamiento global, que no puede sobrepasar 2°C, con relación a la era preindustrial, y hacerlo en función del bien común, no de la conveniencia de las partes poderosas.

Aceptar el peligro como real es básico para definir las acciones que se deben adelantar antes de 2020. Ya lo venimos experimentando a nivel global: varias islas han desaparecido y los expertos hablan de que grandes ciudades costeras irán desapareciendo bajo las aguas, si sigue el calentamiento.

Reconocido el peligro, hay que examinar sus causas y enfrentarlas con medidas drásticas. Tres industrias principales causan estragos, no solamente las industrias de la chimenea, sino también las de energía fósil y la de los armamentos, que contamina los mares y grandes extensiones de tierra. El gran reto es cómo eliminarlas, solo posible con un cambio radical del modo de producción de riqueza, ineludible para la supervivencia humana.

Se imponen decisiones inmediatas para la transición a la energía verde, renovable, que implica confrontación con la industria petrolera, si bien en crisis de superproducción. Se ha divulgado que “la burbuja de la deuda del bien básico petrolero está a punto de estallar”. Superbarcos cisterna, llenos con petróleo, hacen colas de más de una milla en las principales ciudades portuarias debido a que las terminales en la orilla están llenas. El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (PICC) pide que se deje en tierra la ‘vasta mayoría’ de las reservas conocidas de combustibles para evitar riesgos intolerables a las generaciones futuras.

Y es imperioso que el movimiento pacifista antiguerra cobre todo su impulso, porque la industria de armamentos es otro de los principales causantes del cambio climático por la contaminación radioactiva, con sus armas químicas, ensayos de bombas nucleares en el Pacífico, arsenales de bombas arrojadas al mar, como desechos, cuyos efectos devastadores permanecen por décadas. Científicos alertan que en los mares se está gestando una monumental bomba de tiempo contra la humanidad. Ya su contaminación ha entrado en la línea de alimentación.

No hay signos para el optimismo. China descarta un compromiso para controlar sus emisiones a partir de 2020; su meta es alrededor de 2030. (O)

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