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El Telégrafo

Conversaciones para el buen vivir de personas y democracias

22 de octubre de 2011

1. Lo más importante de una sana convivencia humana es la búsqueda del  buen vivir y la felicidad de todos. La democracia, en su mayor expresión, es cuando el máximo de personas diversas participan en la toma de decisiones en beneficio de todos. 

2. No tiene sentido que se reúnan personas de diferentes edades, sexo, con visiones sobre la vida, trabajo, creencias políticas, religiones, comunidades, culturas, sociedades y países, si no reconocen que todos son coaprendices, que se enriquecen mutuamente.

3. Cualquier realidad y tema que se examine es complejo, tiene múltiples elementos y sistemas que interactúan entre sí, que no puede ser mejor comprendido por un solo especialista, sino por grupo de personas y especialistas con conocimientos y saberes diferentes.

4. Reconocer que ninguna persona, institución, cultura, partido político, religión, comunidad, es dueña absoluta de la verdad. La verdad entre los humanos es un proceso inacabado, en construcción entre todos.

5. Toda persona o grupo humano tiene algo que decir, aportar, posee una parte mayor o menor de verdad, en cualquier tema que se trate; incluso cuando dice que no comprende lo que se conversa.

6. Cada persona debe reconocer que lo que piensa y expresa constituye su verdad, su punto de vista, su perspectiva, el mundo como él lo ve; la misma que puede ser aceptada totalmente por los otros, aceptada en gran parte, en una mínima parte o rechazada totalmente.

7. Si una persona habla no es un diálogo. Si dos personas hablan al mismo tiempo tampoco es un diálogo. Cuando una persona habla, la(s) otra(s) deben escuchar. En un grupo, cada una de las personas tiene el mismo derecho de exponer sus ideas, en la misma duración que los demás, salvo que no quieran hacerlo. Merece hacer a otros lo mismo que los demás hagan conmigo.

8. En alguna posterior reunión puede volver a retomar el tema de su propuesta que no tuvo aceptación, pero si es ratificada la posición contraria, ya no podrá otra vez presentar el mismo tema en el mismo año o período de sesiones.

9. Hay que construir entre todos una síntesis viviente de los valores trascendentales de la humanidad.

10. Un gran cambio comienza cuando una persona lo practica. No tiene autoridad moral pedir que otra persona o institución cambie, si quien lo propone no lo cree y practica. Cuando un grupo significativo de personas asume el cambio, y se continúa tenazmente, el cambio se hace irreversible.

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