Publicidad

Ecuador, 21 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Rebeca Villota

¿Control a los influencers?

27 de febrero de 2022

Han conseguido fama y dinero en el mundo digital. Tienen muchos seguidores y suscriptores. Son espontáneos y divertidos. Por ello la gente los sigue. Hablan de moda, deportes, salud, cocina, viajes, entre decenas de temas.

Venden estilos de vida y experiencias. Tienen gran poder de convencimiento. Saben conectar con sus audiencias que no solo los siguen en las redes, sino en la vida diaria, comprando productos o siguiendo sus consejos.

Su trabajo no solo se mide en los likes, seguidores o el alcance de cada una de sus publicaciones, sino en las ventas de lo que promocionan en Instagram, Facebook, Youtube y otras plataformas. Por ello cobran miles y hasta millones de dólares.

Todo bien hasta aquí y por eso ahora todos quieren ser influencers. 

El gran problema en este oficio es la ética. Concepto, para muchos desconocido, que los lleva a promocionar productos que no conocen y a recomendar comportamientos, estilos de vida y hasta tratamientos para curar enfermedades sin el conocimiento necesario.

El influencer, hoy en día, es para muchos niños, adolescentes, jóvenes e inclusive para adultos, el amigo, el consejero, el psicólogo, el ginecólogo, el nutricionista, etc. Grave decirlo, pero en algunos casos sustituyen a especialistas médicos.

Conozco la historia de una adolescente en Ecuador, con desórdenes alimenticios que llevada por los consejos nutricionales de una conocida influencer terminó en un hospital al borde de la muerte.

Otra conocida influencer ecuatoriana aconseja en redes, a sus seguidoras, cómo superar los problemas relacionados con el período menstrual, les habla de hormonas y tratamientos. Les invita, además, a un programa que se puede pagar en cómodas cuotas mensuales.

Y otra habla de salud mental. Sugiere que practiquemos algunas posturas de yoga, con las cuales asegura, se va a eliminar la fatiga mental, la depresión y la ansiedad: enfermedades mentales serias que necesitan tratamiento psicológico y en algunos casos psiquiátrico, adecuados.

Según expertos, los influencers en las redes sociales son un peligro para muchos jóvenes que buscan asesoría en temas de salud en las redes. En el caso de los trastornos alimenticios, dicen, no les ayudan a seguir con los tratamientos que les mandan los médicos y lo que es peor, en algunos casos les enseñan cómo burlarse de ellos y engañar a médicos y familiares.

Aún recordamos el caso de la joven estadounidense de 24 años Eugenia Cooney, quién fue acusada de promover la anorexia en sus diversas plataformas digitales. Pese a su delgadez extrema, Cooney, que tenía un millón de suscriptores, nunca admitió que tenía un desorden alimenticio. Varios años después anunció su retiro de las redes porque, según explicó a sus seguidores, estaba consultando a un médico para superar su trastorno alimenticio.

En España, asociaciones de consumidores han denunciado a algunos conocidos influencers por realizar publicidad engañosa, al inducir a los consumidores a comprar productos de higiene dental que no tienen los beneficios anunciados.

Estas situaciones han abierto un debate sobre si es necesario poner límites a los influencers.  Pero ¿es posible hacerlo sin afectar el derecho de la libertad de expresión?

La discusión ha comenzado. Ahora en España se estudia una ley que impondría fuertes sanciones a los influencers por respaldar publicidad engañosa, fomentar comportamientos nocivos para la salud o la seguridad de las personas, cometer infracciones a menores o por delitos de odio. Si no cumplen la norma deberán pagar una multa de hasta un millón de euros.

¿Será posible que se logre controlar estos comportamientos sin afectar la libertad de expresión y por ende, a los usuarios de redes digitales que producen materiales en los que no prima interés económico, que solo quieren conectar con sus audiencias para entretenerse y divertirse con ellas?

En un entorno en el que la influencia del mundo digital en la vida de las personas, sobre todo de los más jóvenes, es un hecho real y tangible, amerita entonces un debate, también en nuestro país, en el que se discuta si es necesario un marco regulatorio para los influencers y su afectación a la libertad de expresión.

El debate empieza en la era digital.

 

Contenido externo patrocinado