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El Telégrafo

Contradicciones

26 de julio de 2011

Está bien celebrar nuestros orígenes y las fechas significativas de nuestra historia, porque un pueblo sin memoria es como un árbol sin raíces, que al no saber de dónde viene tampoco sabe adónde va. Pero, en las celebraciones de las fiestas julianas y de Guayaquil independiente, ¿qué celebramos? ¿No fue el mal llamado “encuentro de culturas” un encontronazo desastroso?

Bien poco queda de la cultura huancavilqueña en la cuenca del Guayas. La olvidada estatua de Guayas y Quil, que no es más que, según los historiadores entendidos, una leyenda de cuna. El nombre de la calle Huancavilca que abriga la misma bella estatua esculpida en lindas piedras amarillas, en la  23ª. Unos sones de música original mezclados con los de la guitarra y las danzas españolas. Unos escasos sombreros campesinos sustituidos por los “de Panamá” hechos en la Sierra con la paja toquilla cultivada en Valdivia. Unos últimos astilleros para barcos de madera que se terminan lentamente. Un parque histórico construido por los descendientes de los que destruyeron la memoria indómita de los vencidos de ayer y de hoy.

Denunciamos con razón la colonización española con la espada y la cruz, la invasión europea saqueadora y deshumanizadora, la dependencia económica, política y cultural de los imperios del norte. Invasión, colonización e independencia cinco veces centenaria, de las que recién comenzamos a zafarnos. Y contradictoriamente celebramos con música y cantos, danzas y vestidos, platos y bombos traídos por los invasores y sus cómplices criollos, porque entiendo que la fundación española Guayaquil “libre e independiente” se hizo sobre las cenizas de un pueblo que tenía su cultura milenaria, su nobleza genuina y su valentía reconocida. ¿No se dará todo esto para hacer olvidarnos la propia identidad originaria con nuevas imposiciones económicas, políticas y culturales por los políticos y gamonales locales de turno?

¿Cómo motivarnos para volver a nuestras raíces e identidad, rechazando lo que nos destruye, divide e impide ser verdaderamente libres, independientes y fraternos, y valorando lo que nos enaltece y nos abre a la nueva humanidad que reclaman los tiempos actuales? Celebremos los verdaderos hitos y los personajes históricos que nos permiten discernir cómo se construye un pueblo digno, organizado, creativo, creyente y luchador. La tarea es de todos, especialmente de los que han sido y son las víctimas de sistemas de muerte. El que no vive para servir no sirve para vivir.

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