Deslindar el SI como apoyo al gobierno y deslindar el NO como rechazo a la gestión gubernamental, es lo sensato para decidir y responder en las urnas el 21 de abril.
La historia electoral ecuatoriana está llena de capítulos que evidencian el desgaste de los mecanismos de discusión y decisión públicas. El ex presidente Guillermo Lasso perdió estrepitosamente la consulta de 2023, por no saber leer el escenario político y sus constantes vaivenes.
Estamos en el punto exacto para no renunciar a un futuro mejor, si bien es cierto, no se trata de una consulta determinante que, vaya a cambiar de raíz la maquiavélica estructura instaurada en el 2008, cuando el país sucumbió ante la embestida populista de la progresía y cayó en las fauces del narcoterrorismo, si es verdad que aborda temas que podrían marcar el camino de épocas mejores.
Vivimos tiempos convulsos, polarización política y crispación social, hay quienes creen haber descubierto la verdad y no admiten cuestionamientos de ninguna naturaleza, lo cual hace crecer la desconfianza, es mejor fiarse de alguien que dice estar buscando la verdad a creer en los prepotentes que dicen haberla encontrado. Esperar que todo cambie de cuajo, quizá es lo adecuado, pero en la realidad no es el escenario que se ha propuesto, punto final y sanseacabó. Las preguntas de la consulta y el referéndum están lanzadas y hay que “jugar” con lo que hay.
Para contestar hay que informarse y reflexionar, ¿quién en su sano juicio, podría estar en desacuerdo sobre la intervención de las FFAA como apoyo complementario a la Policía Nacional contra la delincuencia organizada? ¿Quién se podría oponer a extraditar a los delincuentes si el crimen es transnacional? En un mundo globalizado, ¿cómo oponerse al arbitraje internacional? Si atravesamos una evidente crisis judicial sistémica que, supone inseguridad jurídica por los cuatro costados.
Es necesario preguntarle a quien no tiene empleo, si prefiere empleo por horas con las garantías proporcionales a su condición laboral, a no tener nada. Sobre operativos de control, aumento y actualización de penas en el COIP, decomiso, destino de armas y extinción de dominio de lo mal habido, ¿alguien podría estar en desacuerdo?
La paradoja inglesa que, a través del tiempo, ha apuntalado la democracia europea, da cuenta que el pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie, en tanto que, el realista ajusta las velas y sigue … hay que seguir gastando cartuchos hasta dar en el blanco.
Quien no piense lo mismo, está en todo su derecho, nosotros desde esta columna nos expresamos con libertad, probablemente el innombrable y sus partidarios nos condenarán por eso, sin darse cuenta que a ellos los ha condenado la naturaleza… y desde luego, la justicia.