Comenzaré puntualizando que mientras escribo este artículo hay actas que se siguen contando. Es decir, cualquier afirmación que pueda hacer acerca de los resultados es mera especulación. Esa especulación y manipulación de una media verdad, es, en mi libro, una irresponsabilidad. Es una irresponsabilidad crear una realidad mediática a partir de un supuesto y basarse en ella para analizar, desde un noticiero o una columna, las victorias y derrotas que nunca sucedieron en la realidad, pero que quedaron plasmadas en la mente del que está siendo manipulado. Es decir, no saldré a cantar en una tarima porque ganó el Sí, ni formaré trinchera con Tibán, Viteri, Escalada y compañía porque ganó el No (esto último no la haría nunca).
Lo que sí podré hacer es referirme a las nuevas realidades que se presentaron inevitables después del sábado 7. La primera es la función de inquisidores de los veedores. Veedores cuya labor es velar por un conteo honesto, no un enfrentamiento constante con el órgano electoral. No denunciar cada inconformidad sobre el mecanismo de conteo ni esperar, con la cámara del celular prendida, el momento en que saquen las urnas secretas con las papeletas premarcadas. Esa impaciencia para el inicio del acto de fe es también una irresponsabilidad.
Por otro lado, la tesis gobiernista no ha sido acogida con el amplio margen que se esperaba. ¿Deslegitimiza el proceso? Absurdo. Democratiza el proceso y obliga a que el Gobierno maneje nuevas alternativas ante las nuevas posturas que se levantarán. Obliga a ampliar los debates sobre los medios y el CJ. ¿Y las propuestas por parte de esa nueva magna oposición consolidada? Hasta el 60% de las actas escrutadas no ha habido ninguna. He escuchado muchas “reivindicaciones contra el totalitarismo” y “expresiones populares en contra de la mordaza que quiere imponer el Presidente”, pero propuestas: cero. Entonces, “ganada la batalla”, cualquiera que sea la concepción de “ganancia” y de “batalla”, no será suficiente regocijarse del botín.
Sigue siendo audaz, además, pretender esgrimir una clara “consolidación de la oposición en desmedro del debilitamiento del oficialismo”. Espero que el voto no haya sido un reflejo de la popularidad del Presidente. Espero que haya existido el debate interno. Pero cualquier lectura que se quiera dar a los resultados de las votaciones, pretender que una oposición, que sigue siendo fragmentada, es mayor a su contraparte consolidada, sigue siendo un acto de presunción barata.