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El Telégrafo

Consulta “confrontativa”

25 de abril de 2011

El miércoles pasado, la revista La Tendencia organizó un foro para analizar la consulta popular.

Allí se presentaron algunas encuestas. Pero lo más importante fue el debate entre los asistentes, identificados con las diversas tendencias de la izquierda ecuatoriana. Primó el espíritu reflexivo y argumental, que es raro en las discusiones políticas usuales.

Cabe reconocer las aprehensiones frente al proceso político, las inquietudes ante la ausencia de sustento ciudadano en las políticas de Estado, los límites del estilo de gobierno, las contradicciones con los movimientos sociales, las dudas sobre varias preguntas de la consulta y los posibles escenarios si es que triunfara el Sí o el No.

Defendí la convocatoria a consulta, como institución de la democracia directa fijada por nuestra Constitución. Abogo por una democracia plebiscitaria. Mientras las derechas recalcitrantes niegan incluso la consulta, sostuve que esta es otra oportunidad para debatir por el Sí o por el No, y que sea el pueblo el que se pronuncie. Señalé como error aquello de que el pueblo ecuatoriano ha sido convocado a “violar” la Constitución, porque ese mismo pueblo es fuente de la soberanía y, por tanto, puede modificar la Constitución.

Aceptando las dudas y escenarios riesgosos expuestos en la reunión, resultaría “difícil” pronunciarse por el Sí. Sostuve que resulta más difícil pronunciarse por el No, porque han sido las derechas quienes han levantado las ideas sobre “autoritarismo” y hasta “fascismo”, concentración del poder en el Presidente, fin de la “independencia” de la Función Judicial, que la inseguridad seguirá, que también se acabará la libertad de expresión, etc. En tales circunstancias hablar de un No “bueno” (de un sector de izquierda) y un No “malo” (de la derecha) está bien para la teoría, porque, en la práctica, al siguiente día del triunfo del No, quienes saldrán ante los medios para reivindicar su “triunfo” serán todos los políticos y sectores de la derecha, para quienes ya nada importará la presencia de la izquierda crítica o autónoma.

Señalé, finalmente, que en Ecuador todavía no llegamos a aceptar la democracia ideológica, que significa respetar a toda persona en su derecho a pronunciarse por el Sí o por el No. Porque históricamente nuestra política sigue siendo “confrontacional” y, entre nosotros, la polarización es ahora de tal nivel, que cualquier opción legítimamente tomada se asume como un caso digno para la guerra.

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