La vida está llena de caminos que se bifurcan, a manera de la poesía de Borges, de opciones que se toman o privilegian sobre otras, lo que de una u otra manera marca nuestro destino. Cuando uno se pone a pensar en lo que pudo haber sido y no fue, la mente vuela y las cábalas se hacen presentes. ¿Qué habría ocurrido si tomábamos una opción y no otra?
La vida está marcada por la toma de decisiones, unas absolutamente conscientes y en otras ocasiones de manera inadvertida, pero que causan efectos. A nivel electoral, por ejemplo, ¿nos hemos puesto a pensar los ecuatorianos en nuestra forma de votar, en las elecciones que hacemos, en qué es lo que nos decide a votar por un candidato y no por otro?
En estos momentos, para citar un caso, tenemos la opción de decidirnos por la anulación de un Consejo de Participación Ciudadana que le ha hecho daño al país, que ha servido para la acumulación de poderes, que ha sido responsable por nombrar a autoridades de control culpables del desborde de corrupción al que asistimos, porque cada espacio de poder fue cooptado por miembros de una especie de mafia que creció y proliferó, extendiendo sus tentáculos y haciendo mucho daño, tanto a la economía nacional como a la fe pública.
La opción cómoda es dejar que las cosas pasen, sin que nosotros intervengamos en ello. La comprometida tiene que ver con la sumatoria a una iniciativa de ciudadanos sin otro compromiso más allá de una preocupación cívica por la marcha del país.
Por ello es que los convocamos a expresar su voluntad, a comprometerse con el país, a firmar un formulario en el que se exprese la decisión de anular un organismo pernicioso para el país, a buscar el fortalecimiento de la Fiscalía y también a pensar en un mecanismo como el sistema de bicameralismo en la Asamblea Legislativa, que garantice unos pesos y contrapesos, como la mejor forma de regular la elección de funcionarios de control.
Si así lo hacemos, si nos comprometemos, estamos tomando un camino, el del mejoramiento de la estructura jurídica del país que vaya hacia la institucionalización democrática de Ecuador; si no lo hacemos, dejaremos que el tren pase por nuestro lado y no seremos actores de nuestro propio destino. (O)