Aunque estamos globalizados desde el siglo XVI, solemos encajonar la comprensión de Latinoamérica dentro de su continente o su territorio fracturado en Estados nacionales. Estos enfoques y conocimientos han sumado, puesto que constituyen piezas del todo, sin embargo, en el contexto actual surge la necesidad de explicar el desarrollo de la “mundialización”, porque la historia clínica del paciente en estado terminal está inconclusa: nos referimos a la globalización capitalista.
El Águila y el Dragón, nuevo libro del historiador Serge Gruzinski, da en el clavo y explica el momento en el que los ibéricos completaron la mundialización por medio de enlaces y conquistas, que produjeron la formación de las rutas globales, la “conciencia mundo” y el engranaje geo político desigual.
México fue sometido a la fuerza, pero su conquista y cultura conmovió el imaginario y replanteó la formación de la “conciencia mundo”, incluso la Modernidad europea. China, parte de la misma inmensa geografía euroasiática previamente contactada, fue tan solo “un elemento más”, dentro de aquella realidad prevista.
Uno de los subtítulos del libro de Gruzinski replica la frase: “Cuando China despierte”, y la conecta con el proyecto de conquista del imperio asiático, concebida indistintamente por empresarios portugueses y españoles, estos últimos establecidos en México y Filipinas. La monarquía sustituyó las pretensiones conquistadoras, consideradas imposibles, por mecanismos diplomáticos, para impulsar el circuito mercantil marítimo en el eje Europa-Asia. Sin embargo, grupos españoles radicados en México, promovieron la exportación de plata peruana e importación sedas, a través del eje América-Asia, unido por el mar Pacífico.
China no fue conquistada militarmente, pero por medio de la ruta secreta del Mar del Sur recibió una proporción aún no calculada de los metales americanos, lo cual coincide con el periodo de esplendor de “El Imperio del Medio”. ¿Cuánto metal americano alimentó el auge de China experimentado desde el siglo XVI, en comparación con el metal enviado a Europa? No lo sabemos exactamente, pero es indiscutible que nuestras minas han sido explotadas para beneficio de potencias desde hace cinco siglos y que esos recursos nutrieron el capitalismo global. La pregunta surge de la lectura de El águila y el dragón, que hay que leer dos veces.