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El Telégrafo
Rebeca Villota

La congestión en Quito se resuelve con palo de ciego

05 de junio de 2022

Un día de lluvia o un pequeño accidente de tránsito son motivo suficiente para generar caos en el tráfico en Quito y sus alrededores. Trayectos que normalmente nos tomarían una hora, se convierten en hora y media y hasta dos horas. No hay manera de agilitar la circulación.

Los tiempos de desplazamiento tanto en transporte público como privado, en horas pico, son cada vez mayores.

Se estima que por las estrechas vías de Quito circulan más de 500.000 vehículos en los que se movilizan tan solo una o dos personas, en la mayoría de los casos, que representan menos del 35% de la población. El resto, es decir, el 65% de los ciudadanos, utiliza el transporte público.

Llevan la peor parte los pasajeros del transporte público, que es de mala calidad e inseguro. Según la consultora de transporte Global Traffic Scorecard, en Quito una persona pierde 87 horas al año en congestiones vehiculares, con el consiguiente desgaste y agotamiento que eso produce.

Las quejas por el intenso tráfico se multiplican por doquier, al igual que los “expertos” que plantean que se deben construir mayores vías en Quito para solucionar el problema. Nada más alejado de la realidad. Con el crecimiento del parque automotor, en dos años o menos tendremos las nuevas vías totalmente congestionadas.

La situación ha hecho que el municipio explore una serie de medidas, unas conocidas, como el pico y placa o los contraflujos.  Otras improvisadas como la de permitir a los vehículos particulares el uso exclusivo de los carriles del Trole y la Ecovía. Está última medida duró dos días, por lo que no nos queda claro, si las medidas que se adoptan son técnicas.

Lo cierto es que el Municipio de Quito parece no encontrar una solución viable y sostenible a la congestión vehicular de todos los días. Se ha dicho que, si el sistema pico y placa y los contraflujos no funcionan, se podría ampliar a todo el día el horario del pico y placa. No está claro el sustento técnico.

No hay soluciones mágicas pero el modelo del vehículo particular no tiene futuro, por lo que hay que mejorar el transporte público. Quizás por ello, los quiteños ingenuamente han depositado su esperanza en el Metro. Lo triste es que no hay seguridad de que esta obra que le ha costado al país más de 2000 millones de dólares solucione el problema. Su éxito depende de la cantidad de pasajeros que lo utilicen. Se estima que el Metro transportaría un aproximado de 200.000 personas, cifra que representa menos del 10% de todos los viajes que se realizan en la ciudad en transporte público.

Para incrementar el número de pasajeros la Secretaría de Movilidad anunció hace más de un año la reestructuración de rutas y frecuencias con el objetivo de que la red de transporte público se amplie a los barrios ubicados en zonas del oriente, occidente y valles.  Este paso es importante para la operación del Metro, porque las nuevas rutas tienen como objetivo alimentarlo con más pasajeros.

Pese a que el alcalde ha ofrecido que el Metro estará en operación para diciembre del 2022, aún no sabemos no sabemos nada de la reestructuración de rutas, que además contempla celebrar nuevos contratos con los transportistas y cambiar el modelo de gestión con el que han operado hasta ahora.

Aun con el metro en funcionamiento será difícil desalentar a los ciudadanos a abandonar la comodidad del auto particular. Peor con una gasolina a bajo precio.

Por ello y a fin de evitar que siga creciendo el parque automotor en algunos países se ha comenzado a cobrar por el uso de ciertas vías. La medida se conoce como tarifa de cogestión. Consiste en fijar un precio para ingresar a ciertas zonas de la ciudad. Quienes quieran usar sus vehículos privados deben pagar para hacerlo. La tarifa se pagaría a través de peajes o como un impuesto adicional anual en la matricula.

Uno de los problemas de este sistema sería afectar a los usuarios de menores ingresos que se verían forzados a utilizar el transporte público o restringir su movilización.

En una encuesta realizada por la ONG, Quito como vamos, los quiteños señalaron al transporte público como uno de los principales problemas que afecta su calidad de vida. Por ello exigimos a las autoridades que transparenten la política de movilidad que están aplicando. No queremos más discursos, ni ofrecimientos vanos. Es urgente que se nos explique sin artilugios cuáles son sus metas y cómo van a alcanzarlas.

Además de soportar la congestión diaria, molesta la sensación de que el problema se lo está enfrentando con palo de ciego.

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