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El Telégrafo
Fabrizio Reyes De Luca

Confrontación de ideas

03 de diciembre de 2015

No basta con darle seguimiento al comportamiento de la macroeconomía, sino que debemos interesarnos por la marcha de la microeconomía, que se refiere a las personas y a las empresas en su vinculación con el mercado.

El economista puede equivocarse en su interpretación sobre las causas y efectos de un determinado fenómeno de la producción, el comercio o las finanzas, pero lo que no es permisible es que trate de acomodar la verdad científica a la defensa de sus intereses personales.

Un economista que solo fije su atención en los resultados del crecimiento del Producto Interno Bruto, sin tomar en cuenta los avances en el desarrollo económico y social, está negando la razón de ser del diseño y ejecución de las políticas económicas.

John Keynes argumentaba: “El economista debe estudiar el presente a la luz del pasado, con vistas al futuro. Tiene que ser, al mismo tiempo, lleno de determinación e indiferente; tan distante e incorruptible como un artista, y tener algunas veces los pies tan cerca de la tierra, como un político”.

Se atribuye al escritor irlandés George Bernard Shaw haber expresado una frase lapidaria sobre la diversidad de enfoques económicos: “Si pudiéramos reunir a todos los economistas en un mismo lugar, aun así no lograrían ponerse de acuerdo”.

Es cierto, ante la presencia de un fenómeno económico (una depresión, por ejemplo), afloran posiciones enfrentadas sobre los factores causales y la implementación de políticas públicas para superarlo. Los gobernantes deben dejarse asesorar por economistas de diversas escuelas con puntos de vista para ampliar el abanico de alternativas de soluciones. De la confrontación de las ideas emana la luz.

Las reflexiones precedentes adquieren mejor concreción en períodos de crisis económicas. Las crisis no se gestan por obra y gracia de las ideas, pues lo que ocurre en la práctica es que estas se manifiestan a través de enfoques teóricos que pretenden determinar sus causas y efectos. Las ideas no generan crisis, sino que las crisis alumbran ideas.

El impacto de las ideas en la toma de decisiones políticas y económicas ya fue abordado por Keynes en su obra Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, cuando sentenció: “Tarde o temprano, son las ideas, y no los intereses creados, lo que resulta peligroso, para bien o para mal”.

Paul Krugman, autor del libro De vuelta a la economía de la depresión, sostuvo: “Hay quien dice que los problemas económicos son estructurales y que no tienen solución a corto plazo, pero yo creo que los únicos obstáculos estructurales importantes para la prosperidad del mundo son las doctrinas obsoletas que pueblan la cabeza de los hombres”.

Como quiera que sea, el peso de las ideas económicas en el devenir de los fenómenos productivos, comerciales y financieros al interior de un país determinado, de una región o del conjunto de la economía mundial, no debe ser ignorado, so pena de perder las perspectivas de los acontecimientos políticos y sociales. (O)

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