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El Telégrafo
Fabrizio Reyes De Luca

Conciencia económica

20 de agosto de 2015

¿Será cierto que el conocimiento de los fenómenos económicos solo es competencia exclusiva de los expertos y de aquellos profesionales que se han especializado en el estudio de la ciencia social que se ocupa de “la correcta distribución de los recursos para satisfacer las necesidades del ser humano”, según una definición tradicional de la economía?

Hay la creencia de que la complejidad del lenguaje técnico que suelen emplear muchos economistas excluye de su debida comprensión sobre el discurso a millones de ciudadanos que no han bebido de la fuente del saber científico que se encuentra en el alma máter.

A pesar de que las secciones económicas que existen en periódicos de todo el mundo suelen ser leídas por un selecto número de ciudadanos interesados en la temática, podemos apreciar que con el paso del tiempo se ha registrado un mayor interés por conocer las causas y los efectos que generan determinados fenómenos económicos, tales como la inflación, el alza en los precios de los combustibles, la producción agropecuaria, entre otros.

Es cierto que cada ciencia de la naturaleza, de la sociedad o del pensamiento contiene su propio lenguaje, pero la forma de comunicar las ideas económicas tiene mucho que ver con el fin estratégico que persigue un profesional a la hora de comunicar a la sociedad sus planteamientos.

Pero en el caso de los economistas, los cuales ejercen una profesión distinta en la verificación de resultados con relación a las conocidas ciencias naturales (química o física, por ejemplo), el problema de la complejidad de sus diagnósticos sobre los problemas económicos se acentúa más debido a que tiene como escenario la sociedad. La realidad social no es elegida, sino que existe fuera de la conciencia y de la voluntad de los economistas.

El economista coreano Ha-Joon Chang sostiene en su reciente libro titulado: Economía, lo siguiente: “Existen muchos tipos de teoría económica, y cada uno enfatiza aspectos diferentes de una realidad compleja emitiendo diferentes juicios morales y políticos, extrayendo conclusiones también distintas”.

Harry Truman, ese presidente estadounidense que dio la orden de lanzar dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas Hiroshima y Nagasaki durante los días 6 y 9 de agosto de 1945, decía que le hubiese gustado encontrar un economista que sustentara una sola posición.

Los presidentes, congresistas y empresarios suelen designar asesores económicos. Cuando se juntan tres de estos expertos, suelen surgir no menos de cuatro posiciones sobre un mismo tema económico. Por eso ningún economista debe atribuirse el monopolio del conocimiento científico-técnico.

Es importante que los ciudadanos se interesen más por el seguimiento de los temas económicos nacionales e internacionales. Se hace necesario que los economistas contribuyan con la adopción de un lenguaje asequible, entendible para simples mortales, como forma de contribuir a la formación de la conciencia económica de la sociedad. ¿Será mucho pedir? (O)

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