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El Telégrafo

Con mi corazón en Yambo

11 de junio de 2011

En el libro VIII de La Odisea, del divino Homero, se puede leer que los dioses urden tragedias para que los poetas del futuro tengan algo que contar. La cineasta María Fernanda Restrepo, con su documental Con mi corazón en Yambo, hurga en ese monstruo de mil cabezas que es el poder, en las épocas oscuras de nuestro país, para apelar a la individualidad y al juez interior de los culpables tras la búsqueda de toda la verdad en torno a la desaparición de sus hermanos Santiago y Andrés.

El monstruo desmembrado trae a Hugo España, merced a su conversión a la fe, con una pista: los cuerpos torturados de los muchachos, confundidos acaso en las redadas antisubversivas, estarían en las profundidades de la laguna de Yambo. Aquí la clave del documental: el agua, uno de los cuatro elementos que enunciara Parménides.
El largometraje evoca la piscina, en una época feliz de la familia; el tumulto del Machángara, donde la Policía de entonces aseguraba que unos peces ignotos devoraron sus restos; el mar, después de seis años de lucha por la verdad surge la nueva tragedia en el accidente de su madre Luz Elena; la persistente lluvia de la tarde, que trae la nostalgia de su padre Pedro y de su tía Martha; ese río de indignación que fuimos todos… y las lágrimas.

Atravesados por el agua, como decía Heráclito, ya no somos los mismos, pero vamos más allá del diluvio de la desmemoria para entender que, acaso, la laguna de Yambo, de ser un lugar sagrado para el mundo andino, pasaría a convertirse en una inmensa hornacina cuando aquellos policías habrían arrojado a los inocentes.Se sabe que la persistencia de una gota termina por romper a la roca y que también el agua extingue al fuego. Pero queda la tierra, la oscura tierra donde los huesos de los seres amados no hallan reposo. Y está el aire, que son las voces de un pueblo que convirtió el caso de los hermanos Restrepo en ícono de la lucha por los derechos humanos. Ellos, los desaparecidos, están más vivos que nunca.

Son esas mismas tercas gotas las que desmoronarán al monstruo de las mil cabezas porque -debido al efecto del coraje y del amor a los suyos/nuestros- un día aparecerán todas las piezas de esta tragedia que no admite impunidad. El documental fue parte del décimo festival internacional Encuentros de Otro Cine, EDOC, esos otros comprometidos con la memoria de este país de páramos y de ríos. Queda una variación de Borges: Cae la lluvia minuciosa… / la mojada tarde me trae las voces, las voces deseadas / de mis hermanos que vuelven y que no han muerto.

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