Muchas veces, académicos, profesionales y asesores creen que la comunicación política y de gobierno, se limita a informar acerca de la gestión, las obras y el desarrollo de políticas públicas. Sí, es obvio que dichos componentes constituyen ejes importantes, pero concentrarse solamente en ellos supone un gran problema en la medida que comunicar no es sinónimo de informar. En realidad, comunicar va más allá y conlleva la creación de vínculos de confianza y credibilidad con la ciudadanía. Algo que hoy, lastimosamente, no proyectan las principales instituciones públicas; el SNAI, los operadores de justicia y la Policía Nacional, por ejemplo, no pueden tener afectada más su reputación a partir de las últimas situaciones de crisis.
De ahí que surjan algunas preguntas respecto a cómo revertir la situación y cuál es el rol de una comunicación de gobierno efectiva en dicho proceso.
En primer lugar, debemos aclarar que una gestión estratégica de la comunicación supone superar un modelo de propaganda y difusión en medios masivos. Y es que cuando se entiende que comunicar es un ejercicio constante que apunta a la construcción de imaginarios, identidades y sentidos socialmente compartidos, surgen nuevos desafíos en términos de planificación, análisis de públicos - reconocimiento de sus necesidades y subjetividades- prospección de escenarios y adaptación de mensajes en función de la dinámica y contrato de lectura de cada plataforma.
En la actualidad, el estado de ánimo de la sociedad está marcado por el miedo y la desesperanza. Cada quien hace lo que puede -a su manera-, sin reparar en la necesidad de articular una visión conjunta de país; situación comprensible si casi nadie se siente involucrado ni escuchado en las escasas iniciativas de diálogo y participación.
Los individuos tienen sus propias necesidades, expectativas y sueños; y en función de ellos, vislumbran su proyecto ideal de país; sí, cada quien desde una posición y lógica de interpretación diferente, es la consecuencia de la diversidad. Por ello, la comunicación estratégica de gobierno está en la obligación de incorporar espacios para promover opinión pública, expresar conflictos y construir una visión colectiva de futuro.
En palabras simples, una buena estrategia de comunicación es aquella que construye simbólicamente un sentido de pertenencia en la comunidad. Eso más que marketing y publicidad.