Sin estado de excepción- conciencia social y responsabilidad individual- deben ser las claves para enfrentar esta nueva etapa de la pandemia. La emergencia sanitaria tiene vigencia hasta el 15 de diciembre, por lo tanto, se requiere del entendimiento, paciencia, compromiso y autocontrol de la ciudadanía, para terminar el año con mejores indicadores y, sobre todo, con menos ecuatorianos contagiados y fallecidos.
El mundo se enfrenta a un enemigo común: Covid 19 y nuestra familia humana está bajo presión mientras el tejido social se desgarra. La gente sufre por el miedo y la enfermedad. El riesgo se ha desarrollado en toda su intensidad, se ha mostrado devastador, no sólo a nivel de letalidad, sino en forma de colapso de la economía nacional y mundial.
Y es que en tiempos de crisis y en particular en pandemia, se acaba el discurso, se baja el telón y la realidad permea a la estrategia. Momentos de verdad que permite a los seres humanos en sus diferentes roles: empresarios, padres, madres de familia, líderes políticos y sociales, evidenciar que lo que han creado y diseñado, se aplique a la crítica realidad; lo que antes funcionaba, hoy va perdiendo sentido. ¡Se hace necesario, volver al sentido común!
Entender que por primera vez la humanidad se posiciona ante la economía, que la salud se prioriza sobre el trabajo, que la familia se reúne en el seno del hogar, que la conciencia del buen vivir, el cuidado personal y familiar vuelven a ser prioritarios, no tiene precio. Comprender que el ser supera al hacer y lo material pierde valor para dar paso a la simplicidad del distanciamiento social, del no hacinamiento, del orden, la limpieza, la solidaridad, la conciencia colectiva y la importancia de estar vivo.
Pero no solo en casa se demanda una nueva mentalidad. En espacios empresariales, el ausentismo deja de ser un tema para sancionar y se convierte en un asunto para reevaluar y aplaudir; los horarios de entrada y salida sustituidos por protocolos de desinfección; las grandes oficinas reemplazadas por las salas de la casa y las reuniones improductivas por las digitales focalizadas.
El tiempo se vuelve más productivo, las relaciones se intensifican, la espera se convierte en el mejor aliado y el cerebro izquierdo debe despertar. Una nueva forma de ser, sentir y vivir que hace que la responsabilidad social, individual y corporativa cobren nuevamente sentido y renazca en todas las decisiones de vida.
'Yo me cuido’ implica tomar buenas decisiones. Saber dónde ir, qué hacer y a quién ver como si fuesen decisiones de vida o muerte; porque lo son. Puede no ser su vida, pero su elección puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte de alguien a quien ama o de un completo extraño.
En esta etapa on /off, siguen suspendidas las reuniones sociales, encuentros en bares, espectáculos públicos, centros de diversión nocturna, discotecas, piscinas, gimnasios, clases presenciales en escuelas, colegios y universidades para controlar y detener el avance de la enfermedad. Una nueva fase que requiere de mayor conciencia y responsabilidad de esas otras personas que, a sabiendas de la existencia de prohibiciones, incumplen los protocolos.