Si pudiera responder esta pregunta con certeza no estaría escribiendo este artículo, sino asesorando alguna campaña electoral. Si creemos que los ecuatorianos votan con su billetera, estaríamos postulando un enfoque racionalista de entender el comportamiento electoral. El elector hace sus cuentas en términos de costos/beneficios y decide su voto; es una perspectiva instrumental de entender la política y la democracia. Una campaña sería capaz de ofrecer 1 mil dólares para 1 millón de personas, como lo ha hecho el candidato Arauz; o 2 millones de empleos como ofrece el candidato Lasso.
Si los votos están más bien condicionados por los afectos y desafectos y los electores se guían por lo que se denomina "atajos cognitivos", esta es una perspectiva más psicológica. Así, el líder populista carismático que aglutina afectos estaría presente en la campaña del correísmo; pero hay que considerar que los desafectos que también genera ese liderazgo podrían contar. El candidato Hervas, por ejemplo, estaría apelando a forjar unas ciertas emociones relacionadas con el humor que, por contrastar, al candidato Montúfar le cuesta mucho suscitar, quien proyecta más bien un perfil basado en aspectos éticos. De acuerdo con las teorías apoyadas en el psicoanálisis, la adhesión a un candidato tiene mucho que ver con la catexia, con el afecto que le damos al líder.
Si, en cambio, pensamos que la nuestra es una sociedad profundamente escindida por fracturas sociales como de clase, etnia, región, el voto se distribuye de acuerdo con estos clivajes; este es un enfoque sociológico. Los votantes de Yaku y Pachakutik tendrían en la plataforma indígena una opción con la cual se sientan identificados y, si a esto sumamos nuevas identidades como la del ecologismo, tendríamos una oportunidad de disputar el voto. Por otro parte, sería el candidato de la derecha Lasso, apoyado por el PSC, quien expresa mejor el predominio de una clase social claramente vinculada con los sectores financieros y económicos; arena compartida con Romero y el candidato que no fue, Alvarito.
Todos estos modelos pueden, sin embargo, colapsar debido a la volatilidad del voto en electorados influenciados por los medios y redes sociales.
Las encuestas son utilizadas como estrategias de campaña y no como predictores de la opinión pública, lleva ventaja quien paga y luego es la difusión de la encuesta la que importa. Estas estrategias están respaldadas por la teoría del Bandwagon según la cual la gente va al ganador o ganadora (cuándo podremos pronunciar esa palabra sin ironía). En abierta contraposición, la teoría denominada Underdog postula que la gente más bien quiere que pierda el poderoso. Así, podríamos explicar por qué Alvarito ha perdido tantas campañas electorales y Lasso, en su tercera campaña, parece no acabar de consolidarse.
¿Cuál teoría prefieren ustedes estimados electores? hagan sus apuestas. (O)