Un examen minucioso de la vista efectuado por un oftalmólogo (el médico o cirujano que se especializa en los ojos) puede detectar la presencia y la gravedad de una catarata, además de cualquier otro padecimiento que pudiera estar ocasionando una visión borrosa o alguna otra molestia. Además de las cataratas, puede haber otras razones por las que se presenta una disminución en la capacidad visual, en particular problemas relacionados con la retina o con el nervio óptico. Si estos problemas existen, es posible que no se consiga una visión perfecta aun cuando se elimine la catarata. Si tales padecimientos son muy severos, es posible que la eliminación de la catarata no ofrezca ninguna mejoría en la visión. El oftalmólogo le puede informar acerca del grado de mejoría que puede usted esperar.
Las cataratas son una parte normal del envejecimiento. Cuanto mayor es la persona, mayor es la probabilidad de aparición y progresión de las cataratas. Sin embargo, hay ocasiones en que las cataratas aparecen en edades más precoces, sobre todo en personas que padecen determinadas enfermedades, como la diabetes, inflamaciones intraoculares y alta miopía, entre otras. También pueden aparecer tras un traumatismo ocular o en algunas familias predispuestas. Casi tres de cada cuatro personas mayores de 75 años padecen de cataratas, la mayoría de las personas la tienen en los dos ojos. Sin embargo, uno puede estar peor que el otro, porque cada una de las cataratas se desarrolla con diferente rapidez.
Los síntomas son la falta de visibilidad, manchas en la visión, deslumbramiento, puntos negros, molestias por el Sol, pérdida del color...
El número de personas que nacen con cataratas congénitas (opacidad del cristalino del ojo que está presente al nacer) es bajo y en la mayoría de los pacientes no se puede encontrar una causa específica.
Las posibles causas de las cataratas congénitas abarcan las siguientes: síndrome de condrodisplasia, rubéola congénita, síndrome de Down, cataratas congénitas hereditarias, galactosemia, síndrome de Pierre-Robin, entre otras.
Para prevenirlas debemos proteger la vista con gafas adecuadas, sobre todo cuando realicemos largas exposiciones al Sol. Evitar el estrés y realizar técnicas de relajación. Mantener una alimentación rica en productos naturales, especialmente en vitaminas (A, B, C) y minerales (zinc, calcio, magnesio y selenio), evitando
al máximo los tóxicos, como el alcohol y el tabaco.