La oposición, esto es los partidos políticos marginados y rechazados por el pueblo, aquellos banqueros de uñas largas que traicionaron la confianza de la ciudadanía, así como todos quienes arden de furia frente a las históricas transformaciones de la Revolución Ciudadana, que avanzan entre el aplauso del pueblo.
Esa oposición cargada de odio, con ayuda de sus cómplices, el poder mediático, los jueces de ambiciones dolarizadas, así como sus títeres -civiles y militares-, los implicados en la fracasada intentona de golpe de Estado, quieren hacernos creer a los 14 millones de ecuatorianos que, como no existen responsables, jamás existieron los terribles sucesos del 30-S, pese a que fuimos testigos, a través de las escenas que nos proporcionaron los canales de televisión, del atentado a la vida del presidente Correa y del intento de golpe de Estado que por suerte, la decidida y valiente intervención del pueblo la aniquiló, pues ese heroico espíritu de masas inspiró a grupos militares especiales para intervenir en una dramática acción de rescate al primer magistrado, secuestrado dentro del Hospital de la Policía en la capital y amenazado de muerte por una rabiosa turba policial, desinformada y engañada por algunos de sus superiores, al parecer piezas importantes del fallido complot criminal.
Muchos testigos existen de los graves sucesos del 30 de septiembre. Detalles que se recuerdan con fidelidad después de un año de ocurridos, a través de testimonios fieles o de reportajes y documentales impactantes, como el video del periodista Rodolfo Muñoz, Muchedumbre 30-S, que se incluyó en cada ejemplar de los diarios El Telégrafo y PP, en la edición correspondiente al cercano martes 20 de septiembre, lo que contribuyó a orientar de manera fehaciente a miles de ecuatorianos.
Pero ahora, como sucede siempre con los espíritus cobardes cargados de ruindad, aquellos que fueron los autores intelectuales de los vergonzosos hechos de finales de septiembre, quienes idearon, planificaron y dirigieron la trágica asonada que provocó la muerte de 5 personas en Quito, y de otras 5 en otras ciudades del país, tratan de engañar nuevamente la memoria del pueblo, tergiversando los hechos.
Pese a esta sucia tarea de desinformar a toda una nación, pretendiendo que creamos que nadie es culpable de los trágicos sucesos del 30 de septiembre, comprendemos que en ellos también han intervenido ciertos jueces venales que, sin tomar en cuenta testimonios y pruebas documentales, entregaron inicuas sentencias que declaran inocentes a algunos de los autores y señalan sanciones menores para aquellos a quienes, en una contradicción sin lógica ni asidero jurídico, presentan como cómplices de los delitos juzgados sin el menor asomo de honestidad.
¿Es que entonces no pasó nada de importancia el 30-S?…Pues lo cierto es que sucedió algo muy grave en aquel día.
Se originó una revuelta con propósito de golpe de Estado, que enfrentó a sangre y fuego, con crudeza suma, a una facción de la Policía Nacional contra otro grupo de sus compañeros, y a esta fuerza del orden contra el pueblo de Quito que avanzó hasta el Regimiento 1 en apoyo al secuestrado presidente Correa. Y aconteció una criminal asonada policial que, de acuerdo a lo que escuchamos en forma repetida y en las voces de los mismos protagonistas, estaba programada -además- para asesinar a nuestro primer magistrado.