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El Telégrafo
Gabriel Hidalgo Andrade

¿Cómo chimbar?

13 de septiembre de 2020

Los candidatos chimbadores están en medio de los punteros y por debajo de otro candidato de su misma tendencia. Por ejemplo, en las presidenciales de 1978, el liberal Raúl Clemente Huerta competía, en el mismo segmento de votación, con el socialdemócrata Rodrigo Borja.

Los primeros de la ocasión fueron Jaime Roldós del CFP y Sixto Durán Ballén del PSC con 28% y 24% de los votos respectivamente.

Si Borja renunciaba a su candidatura o no participaba, los electores de esa tendencia hubieran beneficiado a Roldós o a Huerta con mayor posibilidad que al conservador Durán Ballén. En ese caso, Huerta hubiera incrementado su 23%, hubiera rebasado a Durán Ballén y hubiera disputado la presidencia con Roldós. Tal vez hasta hubiera ganado y otra historia contaríamos del retorno democrático.

En las presidenciales de 1992 accedieron al balotaje dos socialcristianos: Sixto Durán Ballén, apoyado por el conservadurismo, y el entonces novel Jaime Nebot.

El primero consiguió el 32% de los votos y el segundo el 25%. En tercer lugar se ubicó Abdalá Bucaram, adscrito a la izquierda política, que le pisaba los talones a Nebot con el 23%. Si no participaba Raúl Baca Carbo por la Izquierda Democrática, una parte de su 8% hubiera favorecido a Bucaram y este hubiera accedido al balotaje presidencial.

En 1996 Jaime Nebot consiguió la punta de la competición en la primera ronda electoral con el 27% de los votos. Se enfrentó y perdió frente a Abdalá Bucaram en la segunda vuelta presidencial, quien obtuvo en la primera fase el 26%.

En tercer lugar se ubicó Fredy Elhers con el 21% y en cuarto, Rodrigo Paz con el 14%. Ambos, Elhers y Paz, adscribían a propuestas cercanas a la socialdemocracia. Si Paz no participaba, Elhers hubiera incrementado su porcentaje de votos y hubiera enfrentado a Nebot en el balotaje, hubiera recibido, como recibió Bucaram, el apoyo de la izquierda, tal vez hubiera ganado la elección presidencial y con seguridad le hubiera costado menos conservar el poder. (O) 

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