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El domingo se realizaron las elecciones presidenciales en Colombia. La voluntad popular se expresó masivamente en las urnas y el electorado se manifestó entre Gustavo Petro y Rodolfo Hernandez.
Petro es la manifestación de la izquierda que coquetea con la tendencia del socialismo del siglo 21 de triste y desastrosa gestión en Venezuela, Ecuador, Nicaragua. Petro es Correa mismo, genera más miedo e incertidumbre por sus antecedentes que lo vinculan al extremismo y el sectarismo en la gestión pública. Mientras que Rodolfo Hernandez es un populista, sin propuestas coherentes, dinámicas: es un empresario exitoso que promete bajar hasta la Luna con tal de ganar a los votantes.
¿Quién es peor? Petro es el correismo y Hernandez es el lassismo en el poder; encareciendo el costo de la vida y ninguna gestión social a favor de los pobres.
La votación en Colombia es la realidad en américa latina. No hay propuestas serias, ordenadas, creíbles y nuevas que surgen desde la renovación de lo político hacia la defensa del estado de derecho y mejorar la gobernabilidad.
Yo no creo en Gustavo Petro. Sus antecedentes vinculados al terrorismo y al extremismo nos permiten ver a un político peligroso de ideas extremas y rígidas. Hernandez es un no saber qué va a pasar con él. Tremendo dilema para el electorado colombiano estás dos opciones. Pero desde luego el peligro mayor lo representa Petro con su cola de fuego encendido por su militancia con los grupos violentos. Hernandez no es mejor que Petro, pero al menos sus vínculos no son con la violencia política, sino que con los negocios y la prosperidad. Ni modo en Colombia hay que votar por el menos malo.