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El Telégrafo

Código penal y seguridad ciudadana

20 de octubre de 2011

Es una tónica de la época el aumento de la inseguridad ciudadana. Ello no responde a políticas permisivas ni a falta de atención de los gobiernos al tema, sino a causas múltiples y estructurales que no pueden ser resueltas a voluntad ni fácilmente por ninguna autoridad. Un aspecto decisivo es la “desocialización” que se vive paulatinamente; poblaciones enormes donde los habitantes no se reconocen como parte de una pertenencia colectiva, gradual segmentación identitaria y de tradiciones en la sociedad, falta de valores compartidos que permitan entender a los demás como partícipes de una unidad cultural común.

Lo cierto es que el comportamiento irresponsable de algunos medios de información -principalmente televisivos- en varios países latinoamericanos coadyuva a la angustia y desorientación colectivas. En vez de explicar los hechos sirven a espectacularizarlos, expandirlos y exagerarlos en su importancia, con lo cual los receptores se desesperan por situaciones que les parecen peligrosas, crecientemente irresueltas y frente a las cuales el poder político pareciera no querer actuar con energía.

Los pedidos de “mano dura” aparecen entonces. La criminología muestra sobradamente que el aumento de las penas no disminuye la comisión de delitos, pero igual aparece el imaginario de que todo se arreglaría fácilmente solo con más Policía, sin que se advierta que si tal Policía no es suficientemente proba, ella puede ser más una parte del problema que de su solución.

No es con mano dura como esto se resuelve, pero tampoco con una especie de mano blanda; se requiere -como alguien ha sabido señalar- mano firme. Lo cual implica que hay que hacer reformas policiales, legales, judiciales, carcelarias, penitenciarias, de conductas mediáticas, sociales, educativas, y hay que comenzar a hacerlas cuanto antes.

Parece razonable, entonces, reformar el Código Penal, como se está planteando en el caso ecuatoriano. Hay que responder con iniciativa a la situación de inseguridad, dejando claro que la solución  no es una cuestión de que solo se preocupan las derechas ideológicas. Con cuidado de respeto a los derechos sociales y humanos, hay que avanzar en el tema seguridad ciudadana. Hay tensiones en esta relación, pero sin atender a ambos polos de la ecuación no se puede avanzar razonablemente en este importante tema.

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