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El Telégrafo

Clamores al nuevo papa

25 de marzo de 2013

La Iglesia Católica, sin duda la entidad más antigua de la humanidad, es obvio que en dos milenios se ha transformado sucesiva e irremediablemente, siempre al mando de un Sumo Pontífice (los Papas), cuya autoridad, universal y omnipotente, recibe la obediencia incondicional de los sacerdotes y de los fieles creyentes, los que tienen como máxima posibilidad para sugerir cambios en su estructura o en su orientación, el pedir, sugerir o clamar, con la esperanza ahora de que lleguen a oídos de Francisco Primero.

Más que las alabanzas a las virtudes y las críticas al accionar pasado de este nuevo e importante personaje universal, decires que provienen de los tradicionales envenenados o de los clásicos esbirros por vocación, lo importante resulta precisar cuáles serían los aspectos que deberían ser encarados por el nuevo Papa que de a poco va dando muestras de buenas intenciones, aprovechando la exitosa magnitud conque ha sido acogida la nominación del latinoamericano Cardenal.

La Iglesia tiene dos graves conflictos que son materia de permanente denuncia de los propios sacerdotes y de muchos fieles: el tema sexual (la pedofilia y homosexualidad) y el tema del manejo oscuro de recursos financieros, los que empañaron el régimen anterior de Benedicto cuya renuncia fue un acontecimiento no usual, acompañado de un informe de 3 cardenales que provocó la práctica expulsión de otro.

Hay una inmensa cantidad de voces que claman porque se elimine el antinatural “celibato” que es una opción impuesta que atrofia a sacerdotes y a monjitas, los que deberían tener la libertad de escoger el destino de su sexualidad, no solo por ellos mismos, sino por los miles de miles de niños y niñas que son criminalmente agredidos por los practicantes de esa deformación sicológica.

La corrupción de manejos económicos demuestra que hay sacerdotes que son seres humanos tan iguales que los demás corruptos, proclives a dejarse cautivar por las tentaciones que envilecen a la especie.

Cuando el actual Papa era un Obispo como muchos del mundo, no quiso o no pudo enfrentar a los dictadores, torturadores y robaniños y enfrentarlos como lo hicieron Óscar Romero (de El Salvador) o Juan José Girardi (de Guatemala) que terminaron cobardemente asesinados en la época de las sangrientas guerras de baja intensidad desatadas con los auspicios de la CIA.

Pero, como reconoce Adolfo Pérez Esquivel, no todos son de la misma naturaleza y ahora es cuando Francisco Primero puede saldar cuentas con la historia.
Si en América mora el mayor porcentaje de creyentes católicos del mundo, esperemos que las conflictividades que se viven en nuestro continente sean materia de interés, preocupación y accionar del Papa.

Hoy el Papa puede y debe impedir que la derecha opulenta utilice la religión como herramienta politiquera, como hacen con cierta prensa y con ciertas posiciones pseudo sociales, de donde devienen en supuestos “socialcristianos”.

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