Fue Pirrón, en la Grecia antigua, el padre del escepticismo o filosofía de la duda. La duda, fundamental para la ciencia, demanda la demostración de hechos para que aquellos puedan ser afirmados. Por otro lado, el optimismo filosófico, doctrina del pensador alemán de la Ilustración, Gottfried von Leibniz, señala que es la disposición para analizar la realidad con una óptica de desenlace positivo. El escepticismo acierta más y el optimismo decepciona más.
La corrupción en Ecuador se ha potenciado. Desde 1979 no han faltado hechos de corrupción. Los casos del arroz con gorgojo, de Ecuahospital, el de los recolectores de basura con sobreprecio, el episodio de Flores y Miel, el proceso de la “mochila escolar” empañaron a sucesivos gobiernos; no obstante, en número y en cuantía, representan una minucia si los comparamos con el latrocinio orquestado, sistematizado y desbordado que tuvo lugar durante la década de gobierno de la autoproclamada revolución ciudadana. Mientras los escándalos de los años ochenta y noventa representaban montos de millones de sucres, el perjuicio a Ecuador durante el período 2007-2017 suma muchos miles de millones de dólares.
Pocos son los que niegan el latrocinio, otros pocos repiten el pueril argumento de que “en todos los gobiernos roban”, algunos recurren a otro peor, de que “mientras hagan obra no importa que roben”, finalmente hay algunos ilusos que idolatran a Rafael Correa y que creen que él no sabía nada. Si nada sabía están concediendo que era un deficiente mental y obviamente ese no es el caso.
Lenín Moreno dijo que realizaría una cirugía mayor a la corrupción. Las etapas cumplidas, aunque toman tiempo, han revelado la buena fe y la voluntad de recuperación institucional. El Contralor es fundamentalmente distinto al anterior, la nueva Corte Constitucional es notablemente mejor a la anterior, aspiramos a que el nuevo Fiscal lo sea también. Se avizora el advenimiento de la participación de una comisión de la ONU para ayudar a combatir la corrupción.
Son circunstancias que promueven el optimismo; no obstante, la duda es indispensable para no perder la perspectiva. Si Lenín Moreno, con su gestión y disposición consigue amputar la corrupción del Estado o al menos atenuarla significativamente, habrá ganado un lugar de privilegio en la historia. (O)