Nos quieren vender la idea de que la ‘crisis’ es una excepción que golpea a todos por igual. Primera falacia. Ocultan que es la regla de su sistema capitalista y, con el Estado a su lado, la oportunidad de los ricos de hacerse más ricos, como en la crisis de 1999. ¿Será ese el ‘modelo de oportunidades’ propuesto por el banquero Lasso?
La segunda falacia es que el modelo ‘correísta’ -léase de alta inversión social- se debió a los altos precios del petróleo. Como si la riqueza chorreara o se distribuyera por gravedad, sin la intervención de una política. Pero, la propia historia de los booms bananero y petrolero durante la República Oligárquica contradice esto, pues mientras el PIB crecía al 6,2% promedio anual entre 1950-1980, la inequidad era tal que la pobreza abrazaba al 61% de la población, el subempleo al 62% de la PEA y el 71% no satisfacía sus necesidades básicas, evidenciando la política de exclusión aplicada por la oligarquía en el marco de esa bonanza económica, el polo opuesto al satanizado ‘derroche’ de la Revolución Ciudadana.
La tercera falacia es que ‘salir de la crisis’ es posible atrayendo inversión extranjera. Pero, ¿por qué va a venir el capital foráneo a invertir a Ecuador, si los propios empresarios ecuatorianos no son capaces de invertir en su propio país? ¿Si 99 de sus 125 grupos económicos tienen más de 30 mil millones de dólares en paraísos fiscales, entonces, cómo van a ‘atraer’ la inversión externa? ¿Qué está detrás de este cuento de la derecha? Sin duda, su intención de vender al mejor postor nuestras empresas estratégicas.
La cuarta falacia es que hay que desterrar la política de la economía y que su ‘técnica’ sacará al país de la ‘crisis’. Aquí hay que recordar la famosa frase de Albert Einstein: “Locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes”. Y cinismo, porque la ‘técnica’ que vende como la gran novedad es la misma despiadada política neoliberal que nos devastó en el siglo XX: ajuste, endeudamiento externo, reducción de la inversión y privatización de lo público, flexibilización laboral, eliminación y/o reducción de la carga tributaria/arancelaria al gran capital, desregulación financiera, es decir, manejar la economía a favor de la gran burguesía comercial bancaria y el capital financiero internacional y cargar los costos sobre nuestras espaldas.
La quinta es que se ‘agotó’ la intervención del Estado y que para ‘salir de la crisis’ es imperiosa la intervención del mercado. Pero, si las crisis son una regla del sistema más que una excepción, el problema no es su aparición, sino su manejo. ¿Por qué entonces no ha de ser posible que el Estado las maneje sobre la base del interés colectivo y no mirando solo los de los más ricos como propone la derecha? Por el contrario, en el marco de las actuales dificultades es imprescindible la afirmación del modelo de recuperación de lo público, de primacía del ser humano sobre al capital, en contraposición a la supremacía de un mercado bestial al que no le importa si viven o mueren los seres humanos. (O)