Frente a la terrible pandemia que se originó en China y que ahora parece que se extiende por los más recónditos lugares del planeta, los ojos se vuelven hacia la ciencia buscando respuestas para enfrentarla, para frenarla, para erradicarla.
El covid-19 nos trae también reflexiones sobre el cómo deben actuar los gobiernos, angustiados frente a políticas de salud pública que hablan sobre la necesidad de la cuarentena global por un lado y por otro, lo imperioso que significa el llamado de la economía que prende sus alertas a nivel también global frente a recesiones, que no dicen solo de la frialdad de los números sino sobre todo, de las consecuencias que la falta de dinámica en la producción produce en las economías personales.
Hasta cuándo se puede sostener una paralización del aparato productivo, cuando sabemos que la gente necesita trabajar para llevar el sustento a sus hogares, para enfrentar otros problemas de salud, que tampoco se detienen, para proveer de educación adecuada a sus hijos. Hay una larga lista que tomaría demasiado tiempo el elaborarla completa.
No nos podemos engañar, la peor parte la llevaremos los países menos desarrollados, los dependientes de la venta de productos como el petróleo, o el gas, o alguna de las otras comodities.
Tampoco podemos evadir que serán los más pobres los que sufran más, porque si bien los mandatarios de los países están tratando de dilatar los pagos de las deudas, de los servicios públicos, llegará la hora en que todos debamos hacerlo y allí la situación empeorará para la gran masa de trabajadores informales, ambulantes y los desempleados.
Por ello insisto en que la ciencia y los científicos deben darnos la respuesta. Se trabaja en vacunas, pero al mismo tiempo se aplican medicinas para otras dolencias que pueden tener un impacto positivo en las víctimas del coronavirus. Esperemos que pronto tengamos una luz de esperanza que establezca protocolos y procedimientos de uso de esas medicinas para aliviar y enfrentar la pandemia.
Mientras tanto, cada uno en nuestras casas debemos ser prolijos y creativos para hallar la forma de que no todo se paralice, y actuar con normalidad y sentido común en medio de la crisis. (O)