El miércoles pasado, a propósito de la audiencia en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), entre los medios privados y el Gobierno, uno de esos medios ponía como titular “Medios y Gobierno miden fuerzas ante la CIDH”. Y llaman la atención varias cosas: primero, que estos medios privados de información hayan considerado que la audiencia era un espacio donde podrían medir fuerzas con el Gobierno.
Esto demuestra que su posición es de saber cuán fuertes todavía son y qué peso tienen para incidir en las instituciones internacionales y, en consecuencia, medir el campo de fuerza dentro del país. Es claro que el Gobierno no ha sido de lo más oportuno en el tratamiento de la problemática del manejo de la información y comunicación por parte de los medios privados; y estos, también es claro, se resisten, luchan a toda costa por no perder sus canonjías que el viejo modelo neoliberal les otorgó como -supuestos- garantes de la democracia.
Tanto asumieron este rol y sus beneficios de creerse los garantes de la libertad que no solo en el Ecuador, sino por todo el mundo occidental, los medios de información privados declararon que son el quinto poder, fieles representantes de las demandas sociales, los mejores peritos en definir y decidir qué es la democracia, cómo debe ser y quiénes, realmente, la representan.
Tanto ha sido su poder que junto a los partidos políticos se convirtieron en el paradigma de la institucionalidad liberal. De ahí que este encuentro en la CIDH se convirtió para ellos en la posibilidad de medir fuerzas con el Gobierno.
Segundo, cómo se le puede ocurrir a un medio, bajo ese titular, líneas más abajo, decir que son medios de comunicación “independientes”, si lo fueran por qué tendrían que andar midiéndose con el Gobierno, que representa, quieran o no, lo que ha decidido el pueblo ecuatoriano, y representa al Estado como tal. Entonces, medir fuerzas implica medirlas contra el Estado y contra la voluntad popular.
Tercero, afirman que el Gobierno fue “con la tesis de que en el Ecuador hay libertad de prensa”, resulta ahora que la libertad de prensa es una tesis; basta leer cada día todo lo que se escribe, dice, el modo en que se lo dice, para anular ese argumento. Ahora es necesario que este conflicto se gestione de la mejor manera. Por un lado, guste o no, el pueblo ha elegido a un gobierno y su programa y veremos en 2013 si el pueblo considera o no que sus mandatarios continúen; pero, guste o no, los medios de comunicación están sujetos a la Constitución, elegida por ese pueblo.
Llegó el fin de que esos medios sigan creyendo que son guardianes de la democracia. Los únicos guardianes pueden ser, y es necesario impulsar, las organizaciones populares, comunitarias, étnicas, sindicales, etc., que habiliten una democracia real, intercultural y plurinacional y no privatizada.