En el marco del coloquio “Formas de lo Humano” que desarrolla el Programa de Antropología y su Maestría de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Cuenca, realicé recientemente una ponencia que lleva por título el mismo de este artículo.
Como en ninguna otra ciudad de Ecuador, en Cuenca las élites desplegaron desde inicios del siglo XX, lo que se puede denominar un proyecto racial. En mi trabajo académico analizo cómo las élites desarrollaron estrategias de distinción que posicionaron a Cuenca como cuna de la cultura, y se construyó el mito de la “Atenas del Ecuador”. Este proyecto cultural trajo aparejado un proyecto racial, los cuales se sustentaban mutuamente.
Las élites cuencanas “nobles”, conservadoras y letradas, erigieron paralelamente el proyecto racial de la nobleza y pureza de sangre, al cual se articuló, cómodamente y sin fricciones, la figura de la chola. La construcción de ese otro, diferente, solo reforzaba su propia identidad aristocrática y excluyente.
El argumento que propongo es que el concurso de elección de la chola cuencana ha sido una performance que, en sí misma, ha revelado los distintos momentos políticos hegemónicos de la ciudad. La elección de la chola ha sido un espejo que ha transparentado los cambios políticos y culturales acaecidos en la ciudad y ha terminado contribuyendo al proceso de blanqueamiento de los sectores cholos de la región.
El concurso muestra cómo se provoca un complicado juego de parte de los sectores subalternos, quienes terminan en estos eventos por posicionar unos trajes e identidades, que en la práctica son desplazados por ellos mismos, en sus usos inmediatos. Esta es la gran paradoja de los concursos y múltiples fiestas que se han “reinventado” en la ciudad en momentos de globalización: estrategias de reconocimiento y rescate, aunadas a un repliegue de la identidad.
Los concursos de belleza que tienen lugar en la ciudad son la muestra de la división jerárquica de clase inextricablemente unida a la segmentación racial. Mientras el certamen de la Reina de Cuenca ha sido, tradicionalmente, la expresión de las élites aristocráticas y “nobles”; la “chola cuencana” ha enunciado a los sectores subalternos y cholos. “Nobles” y “cholos”, reina vs. chola, dos certámenes de belleza que concurren en las fiestas de independencia de la ciudad, son dos mundos distantes en un espacio demasiado próximo. (O)