La verdad es que estamos asustados ante lo que sucede en nuestro entorno. Tratar de resolver los problemas económicos del país degenera en un tenaz movimiento indígena y, yo diría, popular. Los chilenos, ejemplo de desarrollo económico en Latinoamérica y el mundo, reaccionan desde Cabo de Hornos hasta Arica en un reclamo multitudinario de igualdad social. Yo creo que se nos acabó el espíritu cívico que nos enseñaba a entender explícitamente cómo funciona el poder.
¿Qué es cívica? Los hermanos de La Salle me enseñaron que era el arte de ser prosociales, de manera de contribuir a la resolución de problemas en una comunidad con capacidad de autogobernarse. Cívica es el arte de la ciudadanía, que ahora los millennials llaman simplemente: mostrarse a la vida. Y se basa en la existencia de valores fundamentales, en el entendimiento de los sistemas que hacen que el mundo funcione y de un conjunto de habilidades que permiten conseguir metas y objetivos y hacen que lo logremos en conjunto con otros individuos.
Lo cual nos lleva a definir el poder como la capacidad de hacer que otros hagan lo que queremos que hagan. Suena un concepto muy amenazante; más aún, ni siquiera quisiéramos hablar de ello. Es aterrador y aun lo podíamos considerar diabólico. La única forma de aceptarlo es mediante la mitológica democracia, en la cual el poder reside en la gente. Cualquier otra forma de ejercicio del poder no es bienvenida, ni aceptada.
Pero el poder es la manera como cualquier forma de gobierno opera, sea una democracia o una dictadura. Y el problema que estamos enfrentando en Ecuador -y parece que en Latinoamérica- es que mucha gente es completamente ignorante acerca de lo que significa el poder. Qué realmente es, cómo opera, cómo fluye, cuál es la parte que es visible, cuál es la parte que está oculta, por qué alguna gente ostenta el poder y de qué está compuesto.
Y como resultado de esta ignorancia, aquellos que sí entienden de lo que se trata el poder y cómo opera en la vida ciudadana; aquellos que entienden cómo una propuesta se transforma en ley, pero también cómo la demagogia se convierte en subsidio, o cómo un rumor se transforma en política y cómo un slogan origina un movimiento; esta poca gente mantiene una desproporcionada influencia y está feliz de llenar el vacío creado por la ignorancia de la mayoría. Necesitamos nuevamente entender qué es la cívica. (O)