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El Telégrafo
Oswaldo Paz y Miño

Chile tuvo memoria

07 de septiembre de 2022

“Un pueblo sin memoria, es un pueblo condenado a repetir su pasado.” No es mío el pensamiento  por eso las comillas, obvio, tampoco conozco su autor, pero es una idea que ya constituye patrimonio de la cultura y del sentido común de la humanidad, de los ciudadanos, que en sus Estados y  naciones, han vivido, páginas históricas nefastas, llenas de horror, oprobio, temor, fracaso, humillación, vejaciones de todo tipo, abusos, crímenes de Estado, torturas, violaciones a los derechos humanos, censuras a las libertades,  acciones de acoso y derribo promovidas, aupadas, ordenadas, por gobernantes extremistas de izquierdas o derechas.

El actual presidente chileno, marxista,  proponía una Constitución propicia para trasnochados, desmemoriados y estatistas, estancados en el tiempo a partir de las caducas ideas de su mentor ideológico, concebidas siglos atrás, que aplicadas en varios países a medias, llevaron a estos y al propio Chile, en la época de Allende, a mayor de los fracasos, involucionando, y dando paso a una nefasta dictatura, la de Pinochet, que se encargó de reprimir, a todo lo que se le oponía, con rigor sangriento, tal cual, del otro lado de la moneda, en otros lares del mundo, en Cuba,  los castristas, motivadores y referentes del comunista y estatista presidente de chile que duró en el cargo   desde el 3 de noviembre de 1970 hasta el día de su muerte el 11 de septiembre de 1973,  hacían en la isla desde 1953. Cuba no ha salido de su martirio hasta el día hoy.

El contenido sectario, estatizante, del proyecto de Constitución taimadamente comunista del “burgués zurdo”, el  presidente chileno Gabriel Boric, sufrió una contundente derrota- El pueblo chileno, maduro, que vivió de cerca la miseria que genera el comunismo y la represión brutal de un dictador como Pinochet, rechazó, la novelera y poco reflexionada idea de Boric, que hubiera llevado al gran país del sur del continente a vivir enfrentamientos fratricidas superados, pero no olvidados que la sensatez mayoritaria de los ciudadanos de Chile no quiso volver a repetir.

Varios países de América Latina sufren o han sufrido el atropello y la corruptela comunista, protagonizada por dizque lideres que en su cargo, no tuvieron o no tienen el menor recato en violar cualquier tipo de Constitución, y los derechos que ellas consagren, irrespetando incluso las creadas AD HOC, por ellos, como en Ecuador, en la época verde flex, que todavía vigente, y que pese a ser un mamotreto, proclama libertades, que el gobierno que era liderado por un sujeto ahora prófugo de la justicia fue manoseada como al sujeto le daba la gana, a tal punto que llegó a manifestar que el texto de la Carta Fundamental que dice que el Presidente de la República es el Jefe del Estado, a él, al  fugitivo,  le convertía en eso en el manda más de todos los Poderes del Estado.

Baste recordar que no tuvo reparo alguno en declarar que le metería mano a la justicia, tal cual sucedió y todavía el país sigue viviendo las consecuencias de esos arrebatos de abuso de poder, y de las mismas ambiciones de control del Poder Judicial, tan necesario para usarlo como herramienta ofensiva en contra de opositores o detractores, en todos los regímenes totalitarios de izquierda o derecha. Es sabio el dicho aquel de que los extremos se unen en el Ecuador estamos viendo que el verde y el amarillo, en esas pasiones andan.

Albricias, Chile, no cayó en la trampa. Con cuidado deberá andarse el comunista que gobierna ese país que ha recibido un claro mensaje del pueblo de que se ande con tiento, talante y talento. Chile vivió la tragedia del comunismo y del fascismo, y ha recurrido a la memoria histórica de sus gentes, a la cultura de sus votantes, para no repetir errores, ni aceptar propuestas aventureras que le hagan perder el espacio de respeto, de progreso, de dignidad y de no estar entre la lista de países corruptos, sino de los confiables que se ganó con la sangre, sudor y lágrimas de sus ciudadanos caídos desde la mala experiencia comunista, y sus posteriores consecuencias, escritas en la historia.

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