Para la nueva constitución chilena, el gobierno de Gabriel Boric aprobó un proyecto de ley para cambiar la palabra “mujer” por “persona menstruante”. Es obvio que, en este primer borrador, lo accidental se sobrepuso sobre lo sustantivo. El general Pinochet debe de estar riéndose en su tumba al ver que sus detractores quieren practicar una especie de palingenesia. Es decir, “el renacimiento o regeneración de un ser vivo después de la muerte real o aparente”. Este tipo de cambios jamás contribuirán al desarrollo de la sociedad austral.
Este nuevo proyecto de ley ha causado más respuestas hilarantes que reflexiones serias. Tratando de enterrar definitivamente la constitución de la dictadura han ejercido una suerte de homenaje al régimen militar que gobernó de manera autoritaria por casi dos décadas.
Conversando con una amiga feminista decía que este cambio aún no está aprobado y que tan solo era un proyecto de ley. Sin embargo, el hecho de proponerlo serpentea con el límite de la majadería y gansada en la historia de la estupidez humana.
Estos planteamientos feministas radicales coinciden con un punto de vista político absolutista, con prácticas totalitarias de regímenes dictatoriales como el de Daniel Ortega en Nicaragua. Al quitarle la personería jurídica, este tirano acaba de proscribir a la Academia de la Lengua nicaragüense. Al igual que los movimientos feministas, trata de imponer desde el Estado el uso correcto de la lengua. Las dos posiciones son dos caras de la misma moneda que desconocen la lengua y el habla como procesos dinámicos. Ya muchos pensábamos que se trataba de una aberración, la incorporación de la “X” o de la “@” en reemplazo de las vocales que distinguen el género masculino y femenino. Nunca imaginamos que podían llegar, como lo han hecho, a posiciones caprichosas y distantes de la racionalidad.
¿Será que algún día llegará el momento en que las mujeres dejen de tener hígado y tengan hígada? ¿Que ya no tengan cerebro sino cerebra? Porque como van las cosas en Chile, ya no habrá mujeres sino “personas menstruantes”.
A diferencia de Aristóteles, quien sostuvo que el ser humano es un ser político por naturaleza, es decir, un ser que vive en sociedad, en una familia y en un Estado. Para Carlos Marx, siguiendo la tradición hegeliana, el ser humano, se caracteriza por tener conciencia de sí mismo y ser capaz de tomar decisiones. Eso significa que hombres y mujeres son sujetos. Como tales, pueden crear y crearse su proyecto de vida.
Pero definir a las mujeres como personas menstruantes, no soporta el menor examen de falsabilidad. Es decir, no soporta el mínimo análisis para determinar el carácter científico de una teoría o de un enunciado teórico.
Posiciones como las descritas encajan mejor en lo que podría ser el correlato del machismo y que bien puede llamarse hembrismo. El primer producto de esta corriente la encontramos en una canción pegajosa y que recorrió el mundo entero “El violador eres tú”. En esta, se sigue hablando del patriarcado. Una idea trasnochada, puesto que el hombre ya no es el centro del universo ni representante de Dios. Es innegable que la situación de la mujer haya cambiado desde el aparecimiento del pensamiento feminista. Varios son los ejemplos dados por Roxana Kreimer una pensadora argentina que demuestra los avances y los logros de las mujeres en el ámbito social, económico y político. Para esta pensadora el patriarcado no existe más.
Pero el último de los productos es el más aberrante. Se trata de un nuevo cereal sueco llamado Perdió Crunch. Remplaza al Corna flakes. Este primer alimento matinal tiene forma de útero y de color rojo. Está diseñado para que en los desayunos familiares las adolescentes abandonen la incomodidad que supone hablar del tema de la menstruación.
En el Ecuador, la industria alimenticia podría cambiar el cereal por el consumo de un caldo de guagua mama. Es un caldo preparado con placenta fresca de vaca y algunas especias.
Puesto que el temor a hablar sobre sexualidad no es solamente de las adolescentes sino también de los púberes. Estos vencerían el miedo y el temor a hablar tomando un caldo de nervio. Este se prepara con el miembro del toro.
Así estaríamos felices todos completando la colación de cereales menstruantes.