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El Telégrafo
Fernando López Parra

Catoblepas

21 de octubre de 2021

La sociedad ecuatoriana todavía no logra conocer los impactos de la crisis derivada de la pandemia y sus complejidades sistémicas. Muchos estudiosos, con acertada calificación, indican que estamos en un cambio de época, puesto que no se trata solo de una situación transitoria. Somos testigos de cambios profundos que se producen desde finales del siglo pasado y que se ven acelerados y desbordados con cada una de las crisis que hemos vivido durante estos últimos tiempos. No podemos caer en los tradicionales y erráticos mecanismos de gestión de crisis a los que hemos estado acostumbrados, puesto que las recetas viejas resultan inservibles. No se puede seguir dentro de los modelos de hacer política y tampoco de gestionarla. Para actuar hay que ser diferente y con capacidad de innovación, para construir nuevas soluciones son necesarios acuerdos que respondan a los desafíos de las complejidades del presente.

Mientras que la sociedad se ha transformado, la política se resiste a cambiar. Tenemos una política aún poco adaptada a la complejidad y contamos con instituciones rígidas diseñadas para ofrecer respuestas homogéneas a una sociedad que hoy definitivamente se ha vuelto más diversa y compleja y que requiere respuestas específicas. Los políticos que hacen la política solo piensan en sus intereses de grupo y hasta personales. Se olvidan rápidamente de sus electores.

En consecuencia, necesitaremos formas de gobernanza tan complejas y dinámicas como el mundo en el que vivimos o no lo lograremos. Hay que superar la cultura política de antropófagos, los viejos dinosaurios aparecen de nuevo para dirigir la destrucción, son como el mítico animal que la literatura identifica como el catoblepas, el cual se devoraba su propio cuerpo, pero no se daba cuenta de que se encontraba autodestruyendo. Ahora vemos que se han juntados dos catoblepas que antes se juraron la muerte y que ahora se ofrecen lealtad en contra del actual mandatario.

Es necesario comprender que la política es la herramienta que tenemos para enfrentar los conflictos y trazar los caminos que tomaremos para construir nuestro futuro colectivo. Por tanto, es importante entender que las decisiones en democracia no derivan de opiniones técnicas objetivas que terminen de forma definitiva debates y conflictos, sino de la posibilidad de encontrar espacios de acuerdo entre los intereses en juego. Por eso, en un escenario complejo, y políticamente cada vez más fragmentado como el nuestro, la capacidad de negociación política se convierte en una virtud esencial para los nuevos líderes. Estamos en un contexto en el que es urgente afrontar el desafío de renovar y modernizar las formas de liderazgo y gobernanza para adaptarlas a los nuevos tiempos y nuevas complejidades.

En Ecuador se esta estirando al extremo la tolerancia del acuerdo político que fue construido en las urnas en marzo de este año, en el cual se le entregó la confianza al presidente Lasso. La sociedad debe estar atenta a defender la institucionalidad de la democracia y respaldar a los que fueron electos por la mayoría de los ecuatorianos. La nueva política que merecemos debe saber contribuir con formas actuales de examinar e integrar la complejidad vigente para construir respuestas que remedien la institucionalidad del Estado ecuatoriano.

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