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El Telégrafo
Inty Gronneberg

Carta a mis padres

27 de septiembre de 2019

He buscado un instante de lucidez para poder desahogar mi dolor y frustración a través de estas letras. Son ya varios años desde su partida. Desde entonces, y como les prometí, he buscado sobrevivir en un mundo donde los actos más simples y necesarios de la vida son un reto.

Hace pocos meses, el último lago de nuestro país se secó, volcando a los sobrevivientes de la república ecuatoriana a beber agua de lluvia, la cual tiene un alto grado de acidez, fruto de la quema indiscriminada de combustibles fósiles de principio de siglo.

El poder alimentarme también es un reto. La delgada capa de tierra fértil de nuestros suelos ya no existe, haciendo imposible el crecimiento de plantas o mantener ganado. El cazar insectos se ha vuelto la única forma de obtener sustento, puesto que incluso en los océanos no quedan más que plásticos…

Mientras me siento enferma y cansada me pregunto: ¿Cómo su generación pudo permitir que esto nos pase?

Según los registros históricos que tenemos en el año 2050 sobre Ecuador, nuestro país era uno de los más megadiversos a nivel mundial. Me es inverosímil creer que las grandes sabanas del Amazonas fueron alguna vez selvas pobladas de vida, o que los picos de las rocosas e inertes montañas estuvieron alguna vez cubiertos por espesas capas de nieve, que alimentaban grandes manantiales de agua cristalina y que fluían como la sangre dentro de nuestros cuerpos, llenando de vida a infinitas áreas verdes.

Pero lo que me es aún más difícil de creer es cómo su ceguera y su egoísmo permitieron que esto pasara. Me pregunto: ¿Por qué necesitaban aparatos que pesaban 20 veces más que ustedes y contaminaban tanto el ambiente, para poderse mover todos los días? ¿Qué pensaban los humanos de su época, cuando buscaban solo consumir cosas sin pensar en su impacto ambiental?

En mi mundo, sus papeles verdes no tienen valor y su falta de acción para proteger la naturaleza lo destruyó todo. Solo quiero que sepan, donde quiera que se encuentre su alma, que podría disculparles mis sufrimientos, pero no les perdonaré por la destrucción del planeta Tierra, mi hogar. (O)

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