Salvador me sorprende que me demande bajo los argumentos (¿ideológicos?) del capital y no de la justicia indígena que usted reivindica como militante de la Conaie y representante de una de sus etnias. Me pide, nada más ni nada menos, que cinco millones de dólares por “daño espiritual”.
Si es firme en sus convicciones, ¿por qué no pide para mí un baño de agua fría o un castigo con ortiga? ¿Por qué no solicita a los Taitas una ceremonia para limpiar mis “culpas”?
A la ortiga se la conocía antiguamente como la “hierba de los ciegos”. Dicen que ellos con solo rozarla la reconocían inmediatamente. Y es (usted lo sabe Salvador) una de las plantas que más aplicaciones medicinales tiene y más usos de todo tipo se le ha dado. Así mismo, es de su conocimiento, el baño de agua fría estimula las defensas del organismo, aumenta la producción de glóbulos blancos, fortalece el organismo frente a posibles enfermedades, como el asma, la gripe y los resfriados, garantiza tener energía física, desempeñar el trabajo con mayor eficacia y eleva la atención.
En otras palabras, usted acude a la justicia mestiza, la que dice que está en manos del Gobierno, para criminalizar mi condición de periodista, ante hechos y publicaciones que están a la vista de todos. Habría esperado que usted acudiera a sus tradiciones (que también son las mías intrínsecamente) para arreglar desacuerdos o malos entendidos.
Habría, incluso, esperado, como usted y sus comunidades bien lo hacen, un consejo de los mayores para escuchar a las partes y tras una larga noche de reflexión determinar una solución a nuestras supuestas diferencias.
Le digo todo esto porque si en verdad estamos (usted y yo) comprometidos con cambiar radicalmente las condiciones sociales y culturales del Ecuador, debemos dar ejemplo ejerciendo nuestras más profundas convicciones. Y una de esas, las que hemos asumido los mestizos como un baluarte del Sumak Kawsay, es la que debe ser una de sus orientaciones más auténticas en todas sus actividades, propuestas, demandas (incluidas las judiciales) y reivindicaciones: “No robar, no mentir, no ser vago”.
Si yo cometí (según la segunda demanda presentada ante la justicia mestiza por el mismo caso) un daño espiritual, sería lógico una reparación en esa dimensión del daño y no por la vía del capital (en la lógica más capitalista) y bajo los argumentos más blanco-mestizos.
Además, señala que por mi culpa (en realidad por la publicación del diario) a usted ahora lo señalan de corrupto y sinvergüenza. No indica quién le dice así, tampoco infiere textualmente cómo han llegado a esas conclusiones quienes le profieren esos insultos a partir de una publicación donde se informa que en la provincia de Zamora (de la cual usted es su prefecto) se desarrolla el proyecto Diálogo Intercultural Minero, que terminó en la formación de la compañía civil Kenkuim-Kurinunka.
Yo he compartido con usted algunos criterios sobre lo que la izquierda plurinacional denomina “la criminalización de la protesta”. Coincido que declarar como terroristas a ciertas personas que protestan es inadmisible. Pero igual le pido que no criminalice a los periodistas. Le aclaro que lo ocurrido con Emilio Palacio no se parece para nada con lo que este diario publicó sobre un proyecto intercultural minero. Si por si acaso usted quiere replicar, quizá para ironizar, lo que hizo el Presidente de la República con el diario El Universo, le condena a usted a la más absoluta paradoja y contradicción “ideológica”, lo cual lamento viniendo de una persona a la que reconozco su carácter para luchar y por unos principios sólidos, aunque no estemos de acuerdo en todo.
Usted ha criticado el autoritarismo, la violencia, el uso abusivo del poder y también que un funcionario público es y debe ser siempre objeto de fiscalización pública, ciudadana y periodística.
En ese sentido, ahora usted ratifica las tesis de Rafael Correa de que también los funcionarios públicos tienen derecho a demandar a la prensa. Sin embargo, muchas veces usted fue ofendido (sobre todo en su condición de dirigente indígena, de representante de una nacionalidad) en decenas de caricaturas de la prensa comercial.
No creo que haya olvidado cuántas veces comentaristas de radio, aquellos que ahora lo entrevistan como un fervoroso amigo, lo señalaron como cuasi terrorista por bloquear carreteras y calles en diversas manifestaciones y protestas, por ejemplo, en contra del afán de firmar un TLC con EE.UU. Y a ninguno de ellos usted enjuició y menos demandó por cinco millones de dólares.
Por todo lo anterior, cuando usted quiera hablamos, con papeles sobre la mesa, en donde usted decida (si es en Zamora mejor), para aclarar el supuesto daño ocasionado y la reparación (en términos indígenas) que requiera como usted se merece.