Simplemente lo llamaré con un pronombre, “él”. Lo conocí en el ámbito laboral, era mi compañero de trabajo. Cuando contraje nupcias, hace casi cuatro años, él desató violencia psicológica sobre mí: “te va a ir mal en tu matrimonio, infeliz, vas a ser desgraciada, te vas a divorciar y cuando lo hagas, vas a venir a buscarme y no estaré para ti”. El 70% de sus insultos y amenazas tienen un contenido sexual, incluso hacen referencia a violaciones y a prácticas pederastas y zoofílicas.
Su obsesión y persecución me incitaron al suicidio, me anularon como persona, como mujer y como profesional; su intención siempre fue clara: “destruiré tu vida, tu matrimonio y tu trabajo”. Sus últimas palabras todavía retumban en mi mente: “empezó tu apocalipsis, asquerosa”.
¿Pudo ser que su machismo se exacerbó cuando le dije “no”, cuando le exigí respeto, cuando le dije que no tenía derecho a maltratarme, cuando le pedí que retirara sus palabras y me pagara por mi trabajo?
Como cumbre del círculo de violencia, hace poco más de un año, él me puso una denuncia por intimidación; fue desechada por el Fiscal. Actualmente enfrento una nueva denuncia por violencia psicológica donde las pruebas de mi depredador están plagadas de falacias, de testigos que mienten, que siguen el ciclo de agresión. Y aunque parezca inverosímil, en menos de seis meses le dieron medidas de protección (¿?).
Sus versiones hablan abierta y obsesivamente de mi sexualidad, con descripción explícita de las peores fantasías (sentimentales y sexuales) que solo ocurrieron en su cabeza, hechos y detalles que jamás pasaron, gente que jamás me conoció, imprecisiones de fechas y lugares, contradicciones entre un escrito y otro, alusión a mis partes íntimas, detalles realmente asquerosos.
Él se vale del sistema de justicia para seguir agrediéndome y miente a las autoridades, a los peritos, a todos; desempeña a la perfección su papel de víctima. Esta situación me ha llevado a recibir por casi tres años terapia psicológica y a combinarla con apoyo farmacológico en el último año. Él, en cambio, sigue su vida normal. Demoré muchos años en darme cuenta de que soy una víctima. Ahora que lo entiendo digo ¡basta! y exijo justicia.
*Soy Carol y, contando mi historia, quiero liberarme a mí misma, quitarme este peso de encima y darme otra oportunidad. También deseo contagiar valentía a otras víctimas de violencia machista. Mi mail es [email protected]. (O)
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