Los estudiosos del capitalismo advierten, desde hace algún tiempo ya, que estamos asistiendo a los últimos días del monstruo, que morirá como consecuencia de sus grandes contradicciones: cada vez hay más pobres y cada vez hay más concentración de la riqueza en menos manos.
Sin embargo, es posible que el sistema esté mutando a una forma inesperada de tal forma que se está transformando en un ‘capitalismo inmaterial’, lo que sería una salida al agotamiento de materias primas y energías no renovables, es decir a la crisis del modelo industrial.
Llama la atención que de pronto, sobre todo los medios de televisión por cable y todas las redes que se generan con las nuevas tecnologías, se dediquen cada vez más a vender programas basados en emociones y neoarte. Esto es un indicador de la creciente tendencia a producir mercancías con un alto contenido estético y emocional.
Esto significaría que, progresivamente, el precio de gran parte de los productos estará determinado más por el componente creativo que por el soporte material. El ‘gusto’ deja la esfera de la aristocracia artística e intelectual y se vuelve mercancía común de producción y consumo masivo.
Por otra parte, el capitalismo buscará generar consumidores de mercancía intangible y lo sublime se ubicará muy cerca del marketing.
En medio de este fenómeno los medios de comunicación privados y comerciales ampliarán su rol y esfera de poder, porque no solo estarán llamados a ser reproductores de una ideología neoliberal, sino que serán los medios de producción y además el mercado o el lugar de la compra-venta de la mercancía cultural.
Este capitalismo inmaterial tendrá como otra de sus alas, el ‘conocimiento. Conocimiento, creatividad y arte pasarían a constituirse progresivamente en el centro de la economía. El problema del estadio del capitalismo inmaterial es que seguirá teniendo como razón última la acumulación de capital en pocas manos.
En la era del capitalismo inmaterial, el nuevo esteta ya no será el ser único que domina un tipo de ‘destreza selecta’, sino uno de los comunes que opera una tecnología, de tal manera que lo que un día fue campo del arte y la literatura será alcanzable por medio de la tecnología.
Si fuera cierto que está consolidándose el ‘capitalismo inmaterial’ los artistas dejarán de ser una élite reducida y se transformarían en un gran proletariado al servicio del capital en su intento por enfrentar sus contradicciones.
En la contracara del capitalismo inmaterial de libre mercado se situarían los modelos socialistas que tendrían como papel la distribución de los beneficios e impedir la proletarización de los artistas y la privatización del conocimiento. El Estado deberá jugar un papel esencial para doblegar la cara perversa del capitalismo cognitivo e inmaterial.
En lo esencial tendrá que convertir a la cultura en el lugar de la emancipación, el cultivo del humanismo, la creatividad, la conciencia social, la identidad nacional y latinoamericana. (O)