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El Telégrafo

Capitalismo contra democracia

11 de noviembre de 2011

El credo neoliberal refundó la legitimidad del capitalismo pretendiendo unirlo intrínsecamente con la noción de democracia. De tal modo, según esa retórica versión, solo hay democracia si hay libre mercado. Y de por sí el libre mercado ofrecería condiciones favorables a la democracia.

Nada más lejos de la realidad: la colaboración de Milton Friedman con la dictadura de Pinochet fue un claro contraejemplo. La economía chilena se volvió la más privatizada y menos regulada del subcontinente bajo el yugo de una tiranía militar prolongada y brutal.

Y también el capitalismo avanzado muestra sus lacras en este sentido. Se pretextó luchar por la democracia para intervenir -vía OTAN- militarmente en Libia; el permiso obtenido generosamente de la ONU, guiada por las grandes potencias, no incluía el ataque a Gadafi y su familia, quienes fueron ultimados sin embargo por un avión no tripulado (el  hijo) y herido así Gadafi para ser luego salvajemente asesinado.

Si de democracia hablamos y él había sido un dictador, debía ser juzgado; en cambio se lo masacró, y ahora Occidente pretende quitarse la responsabilidad juzgando personalmente solo a los directos autores finales, no a quienes dieron la orden del bombardeo que llevó hacia el desenlace sangriento.

A la vez, la nueva máxima autoridad libia... vivió 30 años en Estados Unidos. Ello mientras parte del nuevo gobierno pretende implementar leyes atentatorias contra los derechos humanos, como la que permite la poligamia. Todo esto es “democracia” obtenida por esa entelequia escurridiza que se autodenomina “comunidad internacional”.

Pero la vergüenza más evidente se dio esta última semana, en el curso de esos “salvatajes” a Grecia que son tirarle salvavidas de plomo. Papandreu lanzó por un momento la idea de una consulta popular sobre las draconianas medidas de ajuste. Esta decisión, que hubiera sido genuinamente democrática en relación a medidas que afectan enormemente los puestos de trabajo y las prestaciones del pueblo griego, fue recibida de manera autoritaria y agresiva por los gobiernos de Francia y Alemania.

Estos “dueños de Europa” pusieron el grito en el cielo y amenazaron abiertamente a Grecia, sin disimulo ni eufemismos. O suspenden la consulta, o los expulsamos de la zona del euro.

La encubierta oposición entre capital y democracia pocas veces se ha hecho tan evidente. Sin remilgo alguno, los que invaden territorios en nombre de la democracia se oponen absoluta y cerradamente a su ejercicio. Nada de consultas, nada de votantes, nada de opinión pública, nada de participación.

Que no crean los gobiernos de Francia y Alemania que las tienen todas consigo, pues estas acciones deslegitimadas y autoritarias en algún momento se pagan. Los pueblos de Europa serán ahora sometidos a la desocupación y el hambre progresivos, y las revueltas sociales no serán pocas ni están lejanas.

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