Álvaro Noboa fue Presidente de la Junta Monetaria en el gobierno de Abdalá Bucaram (1996-1997); en 1998 pasó a la segunda vuelta como candidato presidencial, pero fue derrotado por Jamil Mahuad (1998-2000); en 2002 volvió a ser candidato y pasó a la segunda vuelta, pero triunfó Lucio Gutiérrez (2003-2005); en 2006 otra vez perdió en segunda vuelta frente a Rafael Correa (2007-2013); pero en 2007 logró ser elegido para la Asamblea Nacional Constituyente, aunque tuvo que salir de ella, por no haber presentado su declaración de bienes, exigida por ley para ocupar las funciones; en 2009 otra vez perdió la presidencia, aunque logró el tercer lugar electoral, como candidato del PRIAN.
Lucio Gutiérrez se encumbró políticamente con el golpe de Estado del 21 de enero de 2000 que lideró junto a otros militares que apoyaron la movilización indígena, y que provocó el derrocamiento de Mahuad. Con ese antecedente “heroico”, ganó la presidencia en 2002, pero fue derrocado en 2005, a consecuencia de las movilizaciones ciudadanas contra su nefasto gobierno; no pudo ser candidato presidencial en 2006 porque el Congreso suspendió sus derechos políticos, de manera que en 2009 volvió a ser candidato presidencial por el PSP, logrando el segundo puesto electoral, aunque el triunfo arrollador, en la primera vuelta, fue para Rafael Correa.
Sobre su permanente reivindicación de Abdalá Bucaram, cuyo desastroso y corrupto régimen fue derrocado a los seis meses, el PRE intentó la candidatura y el retorno de Bucaram para las elecciones de 2013, pero ha tenido que conformarse con proponer como candidato al pastor evangélico Nelson Zavala.
Para las elecciones de 2013, Noboa, Zavala y Gutiérrez representan, en principio, círculos políticos con intereses particulares: el PRIAN es más un “partido” personal del magnate bananero; el PRE, otro de confluencia familiar y amigos partidarios, con adhesiones sociales clientelares; y el PSP, algo parecido, aunque con estructura más orgánica.
Las propuestas de Noboa apuntan a revivir el viejo orden del Estado oligárquico-terrateniente que rigió la vida latinoamericana hasta bien entrado el siglo XX; en tanto Gutiérrez solo puede ofrecer otra versión criolla del modelo empresarial; mientras Zavala se conduce mejor con valores y normativas del Nuevo Testamento.
Tres versiones de la política ecuatoriana, que mezclan ambigüedades ideológicas, visión derechista, populismo discursivo y alguna propuesta de coyuntura.