Los procesos electorales en el mundo son procesos muy intensos en donde, a través de un conjunto de acciones, organizaciones políticas buscan influir en el comportamiento de la ciudadanía, con la finalidad de lograr su apoyo al final de la contienda.
En el Ecuador, el nuevo proceso electoral ha comenzado en medio de una polarización ciudadana profunda, producto de una crisis económica y sanitaria, que ha golpeado a gran parte de la población.
Los permanentes ataques entre los candidatos y sus seguidores, ha generado un escenario en donde hasta el momento no se discuten los temas que interesan y necesita el país. Los candidatos continúan sus recorridos impulsando una política más de entretenimiento que de propuestas, mientras la ciudadanía mantiene sus dudas e indiferencia frente al proceso electoral.
La historia política del Ecuador destaca la existencia de campañas caracterizadas por la calidad de sus candidatos, que generaron gran competitividad y entusiasmo en los electores de épocas pasadas.
En la contienda de 1956, el enfrentamiento de figuras como Camilo Ponce Enríquez (jurista y político destacado), Raúl Clemente Huerta (académico y político), Carlos Guevara Moreno (puntal de la segunda administración de Velasco Ibarra) y Ricardo Chiriboga Villagómez (popular alcalde de Quito); formaron parte de un proceso electoral que estuvo marcado por figuras de gran trayectoria.
Actualmente el principio del mal menor es considerado como un principio ético que justifica la elección de un mal con tal de evitar otro mal mayor. Durante los últimos años, los procesos electorales en el país, se han caracterizado por la existencia de candidaturas mediocres, en donde la ciudadanía muchas veces, ha terminado inclinándose por el que se considera no la mejor opción sino el candidato menos malo.
Ese escenario se profundizará por el exceso de candidaturas que ha marcado la coyuntura electoral actual, en donde distintas tendencias buscan llegar a Carondelet muchas de ellas sin opciones (se trata de las elecciones presidenciales y legislativas con más postulantes desde el retorno del Ecuador a la democracia).
De lo mencionado, se concluye que el proceso electoral en marcha, estará marcado nuevamente por un escenario en donde la ciudadanía tendrá que decidirse no por candidaturas con trayectoria o de renombre en la política ecuatoriana, sino, y como se ha ido haciendo costumbre, por el mal menor.