Con el decreto de “muerte cruzada”, el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció la convocatoria para realizar los segundos comicios del año; los plazos empezaron a correr y el calendario electoral luce cada vez más apretado. Es así que, desde el preciso momento en que el presidente adoptó la medida, empezaron a conformarse alianzas, adelantar procesos de democracia interna y oficializar candidaturas. Con el pasar de los días, los diferentes movimientos políticos seguramente definirán sus cuadros y expondrán sobre la marcha algunas de sus propuestas; una carrera contra el tiempo en la que los aspirantes a las distintas dignidades tendrán tan solo siete días para hacer campaña.
Justamente el cortísimo periodo de tiempo con el que cuentan los candidatos para convencer a los electores plantea algunas inquietudes sobre qué clase de debate democrático se puede realizar en una semana y abre interrogantes respecto a cómo se van a comunicar los planes de gobierno para la transición -tarea que en condiciones normales ya resulta compleja-. Considerando este contexto, creo relevante compartir las siguientes reflexiones:
- Mayor dificultad para conectar con el electorado. Si a las anteriores autoridades se las criticaba por no sintonizar con las demandas de las personas, este breve periodo de campaña podría ahondar la crisis de participación y representación.
- Simplificación de propuestas. Informar a la ciudadanía acerca de los proyectos y ofertas políticas públicas de forma exprés generaría una mayor abreviación de los mensajes. Todos sabemos que uno de los mayores conflictos del país es la inseguridad. Endurecer penas o prometer mano dura contra las bandas criminales son medidas populistas que generan afectos y votos, pero no resuelven el problema de fondo.
- Sin espacio para nuevos cuadros. La premura de los comicios favorece a los perfiles con mayor visibilidad mediática. En ese sentido, se priorizará a los candidatos más conocidos por sobre quienes están mejor preparados.
- Culpa del otro y discursos emocionales. Al reducir el tiempo de promoción, las campañas buscarán concentrarse en estrategias que faciliten la viralización: rumores, noticias falsas, contenido nostálgico, transferencia de responsabilidades al gobierno saliente y soluciones mágicas sin sustento.
Un país urgido de planificación y proyectos a largo plazo requiere espacios de participación, confrontación de ideas y consenso. Sin ellos, permanecerá el descontento.